Dejar la política de lado cuando hablamos de movilidad sustentable

Dejar la política de lado cuando hablamos de movilidad sustentable

Los proyectos sobre movilidad sustentable presentados por los gobiernos de turno casi siempre forman parte de sus plataformas electorales y la gente compra sin ver mas allá de sus narices y así darse cuenta que muchas veces esos proyectos nunca llegan a concretarse en su totalidad una vez que se logran los resultados electorales esperados.

La política, como bandera, muchas veces suele colarse en este tipo de proyectos y uno debe abstraerse para no caer en ese agujero negro que significa tener que ceder para conseguir algo.

La política bien entendida es ofrecer una solución a los problemas de la gente sin tener que comprometerse a perjudicar a otros sectores que quizás sientan que son afectados, haciéndoles entender que la solución no forma parte del problema, sino todo lo contrario.

Ser parte de un proyecto de movilidad sustentable es justamente pensar en darle un espacio a la gente para que su vida sea mas sencilla, menos perjudicial, mas saludable; y el uso de la política tiene como objetivo lograr resultados que realmente la gente los pueda palpar diariamente y no sienta que solo son un instrumento de cambio para lograr un fin mucho menos sustentable.

La movilidad sustentable no entiende de banderas políticas, es para todos, sin importar si estas de un lado o del otro, y no se puede dejar el proyecto en manos de políticos que no entienden de que se trata y solo desean tomar parte en un asunto que excede totalmente el ámbito del partidismo y la superficialidad.

Desde mi humilde posición de ciclista urbano, creo entender mucho mejor la problemática que tienen hoy las calles de mi ciudad y estoy convencido que no se puede hacer política si no se tiene la convicción de que lo que se está haciendo es lo correcto.

Los avatares políticos muchas veces llevan los proyectos a un fin indeseado o al menos quedan trunco debido a las concesiones que se dan en el marco de intereses fuera del proyecto, las acciones son insuficientes, la infraestructura deficiente e inadecuada y el paso del tiempo hace que eso desaliente a la gente a seguir el camino que en un momento se trazó como ideal.

Un mala planificación lleva los proyectos al fracaso, y eso se debe en gran medida a acciones políticas que no se adecuan a las necesidades de la gente, sino a cuestiones que nada tienen que ver con lo que se promueve.

 

 

 

La bicicleta: mi amiga urbana

La bicicleta: mi amiga urbana

Durante mi niñez anduve en bicicleta por las calles de mi barrio, muy tranquilo y hace ya varias décadas, cuando aún no se hablaba de movilidad sustentable.

Luego crecí y fui dejando de andar en bicicleta ante el crecimiento de una ciudad que me abrumaba y ponía en peligro mi integridad física, y un día la abandoné completamente, casi sin darme cuenta.

Hoy ya soy adulto y padre de familia, y volví a agarrar la bicicleta hace algunos años y en la misma ciudad que un día casi me obligó a dejarla.

La bicicleta, ese medio de transporte tan simple y tan versátil, hoy se ha transformado en casi una obsesión para mí y no puedo dejar de usarla ni siquiera cuando el clima me juega en contra.

La bicicleta, que en modo fijo en cualquier gimnasio te hace entrar en calor, me ayuda a moverme en la ciudad con la comodidad de quien va al mercado a comprar verduras. Es verdad que la ciudad todavía no se adapta a mis exigencias urbanísticas, pero me hace sentir feliz.

La bicicleta, aún muy resistida por muchos, es sin lugar a dudas un medio de transporte que se sostiene solo. Es poner el pie sobre el pedal y moverse hacia adelante. No consume combustibles contaminantes y tampoco genera contaminación sonora, otro gran problema de la ciudad sin resolver.

La bicicleta, ese gran misterio de dos ruedas y del equilibrio perfecto, no para de sumar adeptos en todo el mundo y ese es un gran avance en la sociedad. Me siento muy a gusto salir a la calle y ver cada día más ciclistas dándole al pedal.

La bicicleta, que con su silenciosa marcha marca el camino a seguir, no tiene hoy enemigos que puedan opacarla, aunque me duele mucho ver y escuchar personas que todavía no entienden que lo que estamos haciendo es ayudar a que la gente viva mejor en las ciudades.

La bicicleta, sin ser un vehículo veloz, me lleva a todos lados en el menor tiempo posible sin que tenga que preocuparme por los atascos propios de quienes se mueven en auto, a pesar de que muchos de ellos aún creen que es la bicicleta la causante del deterioro paulatino de la ciudad.

La bicicleta, de mecánica simple y aunque casi no necesita mantenimiento, sigue a paso firme en su camino de redención ante una cultura automovilística muy instalada en la ciudad desde hace más de un siglo.

La bicicleta, con su parsimonia citadina, seguirá siendo el eje de mi activismo urbano que espero se vea reflejado en muchos otros ciclistas que día a día salen en bicicleta a trabajar, a pasear, a reunirse con amigos…siempre mejor en bici.

La bicicleta, si LA BICI, mi gran amiga urbana.

Twitter: @BromptonAR

¿Que tenemos hoy en Buenos Aires?

¿Que tenemos hoy en Buenos Aires?

No hay dudas de que Buenos Aires es una excelente ciudad para recorrer en bicicleta.

Hace casi 7 años el gobierno de la ciudad comenzó a darle forma a un plan de movilidad sustentable que incluía el uso de la bicicleta como medio de transporte alternativo, ecológico y saludable.

La infraestructura ciclista fue progresando con la diagramación de un tramado de ciclovías y bicisendas que intentaba conectar distintos puntos neurálgicos de la ciudad. Hoy ese tramado solo quedo extensamente dibujado sobre el micro y macro centro de la ciudad, pero fue perdiendo fuerza en los barrios periféricos, lo que hace que la comunicación entre los límites de la ciudad y el centro se haga algo complicada y la multimodalidad que se promueve queda totalmente desdibujada.

No voy a aportar números, porque los fríos números no reflejan la realidad que veo en la calle como ciclista urbano, pero si puedo decir que después de 7 años ese promisorio tramado de ciclovias hoy, si bien ha crecido, no logra satisfacer aún las expectativas de quienes andamos todos los días por las alborotadas calles de la ciudad.

Las ciclovías bi-direccionales que provocan muchos dolores de cabeza a peatones y conductores, ciclovías angostas sobre calles angostas de difícil explicación, ciclovías de tan solo unos metros que conectan con nada, avenidas troncales desaprovechadas, señalización deficiente, etc. son algunos de los inconvenientes con los que podemos encontrarnos diariamente.

Para sostener un plan de infraestructura que pueda satisfacer las necesidades de los ciclistas, se debe contar también con un plan de mantenimiento y de adecuación de lo que se va construyendo, de lo contrario todo aquello que se gana, se va perdiendo en el abandono y la falta de atención. Hoy el mantenimiento de la ciclovías porteñas es deficiente y no se logra tener respuestas positivas de parte de quienes tienen la responsabilidad de dar esas respuestas. Como ejemplo sirve la ex-ciclovía de la calle Ceretti en el barrio de Villa Urquiza, que fue borrada por obras de re-pavimentación y que hasta la fecha no hay planes de re-instalarla, lo cual indica que no hubo una planificación conjunta para que esa ciclovía vuelva a estar donde estaba originalmente.

Amo mucho a Buenos Aires, es mi lugar y tengo mucha esperanza todavía de que esa infraestructura ciclista no sea solo una promesa eterna y se vea reflejada en cada pedaleo diario.

Solo hay que mirar al mundo, la solución está al alcance de la mano.

 

Todos somos peatones

Todos somos peatones

Las ciudades están repletas de gente, todo el tiempo. Caminan, pasean, corren, juegan, andan en bicicleta, en moto, en auto y usan el transporte público.

Todo eso tiene un factor común que muchos pasan por alto. Todos ellos, sin importar en que vehículo se muevan, son peatones cuando dejan de usarlo y eso nos hace iguales en todo sentido.

La personas no se dan cuenta que faltándole el respeto al otro se están faltando el respeto a uno mismo y eso nos hace miserables.

Qué sentido tiene tocarle bocina a una persona de edad avanzada que cruza lento la calle, si nosotros algún día también vamos a ser ancianos? Qué sentido tiene no cederle el paso a una ambulancia que corre con una emergencia, si nosotros mañana podríamos estar dentro de ella? Qué sentido tiene circular en auto a gran velocidad, si el día tiene 24hs para todos? Qué sentido tiene empujar a quien camina al lado mío, si podemos compartir el espacio? Qué sentido tiene obstruir una rampa para personas con capacidad reducida, si nosotros algún día quizás tengamos que usarla?

Siento mucha impotencia ver el nivel de irrespetuosidad que hoy domina a la ciudad, se perdió el saludo mutuo, la amabilidad al entrar y salir de algún lugar, el gesto amable y sincero.

Siempre digo que las personas deben ser el fiel reflejo de lo que realmente debemos ser, pero lamentablemente es como reflejarnos en un espejo, pero no vernos. Sencillamente no entendemos que los que estamos ahí reflejados somos nosotros mismos y somos el otro a la vez.

El peatón: vos, yo, y el que está al lado tuyo, es el actor más vulnerable del tránsito de toda ciudad y se lo debe proteger de la manera que se merece; aunque también es justo reconocer que el peatón muchas veces se toma atribuciones que no le son propias y excede un mandato que naturalmente ya lo tiene, le pertenece. El peatón no necesita demostrar con actos irrespetuosos que el que manda en la ciudad es el.

Me queda siempre un sabor amargo al ver que el peatón es maltratado innecesariamente, cuando en realidad es el mismo peatón que se maltrata a sí mismo. La auto-flagelación es el peor de los males de esta sociedad.

A caminar, a pedalear y a seguir disfrutando de NUESTRO espacio.