Historia breve de una restauración

Historia breve de una restauración

Hoy quiero contarles una breve historia que me hizo pensar en el cariño y la pasión que envuelve a la bicicleta.

Hace un tiempo me llegó un mensaje de un amigo consultándome sobre la posibilidad de restaurar una bicicleta vieja que se encontraba abandonada, y me pidió los datos de alguna persona que pudiera hacerse cargo de ese trabajo, y me alegró mucho poder ayudarlo y pensar en darle una nueva vida a esa bicicleta, que por razones que desconocía había sido abandonada en un rincón frío, oscuro y húmedo.

Mi amigo me mandó algunas fotos, me contó muy escuetamente lo que esa bicicleta representaba para él y automáticamente fue como un disparo al corazón, me movilizó internamente y me dije hacia adentro que no podíamos dejar pasar esta oportunidad de avanzar en la idea de esa restauración.

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En ese momento me puse en contacto con una persona que ciertamente, a mi criterio, podría llevar a cabo ese trabajo, una persona a la que no conocía personalmente, pero si tenía muy buenas referencias sobre su trabajo. Le propuse la idea de restaurar esta bicicleta, le mandé algunas fotos y al cabo de unos días me confirmó que podía hacerse cargo de la restauración de esa bicicleta, previa revisión de la misma; la historia lo movilizó, es algo que lo apasiona y que además le gustaba mucho la bicicleta, porque detrás de cada restauración hay una historia de vida, de trabajo, y poder ser parte de eso es también un alimento para el alma de alguien que ama todo lo relacionado con la bicicleta y de las magníficas historias que se esconden detrás.

La bicicleta en cuestión había que traerla de la provincia de Córdoba, lo cual dependía mucho de la disponibilidad de tiempo de Eric, mi amigo, y es por eso que la restauración se demoró unos meses hasta que estuviera lista en Buenos Aires para meterla en el taller de Ricardo, el restaurador.

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El tiempo pasó, y honestamente esa fabulosa idea que tanto me había gustado se fue desdibujando como tantas otras cosas que pasan fugazmente por mi cabeza, hasta que sorpresivamente un día me llegó un mensaje de Eric avisándome que la bicicleta ya estaba en Buenos Aires y se encontraba lista para ser entregada a las sabias y experimentadas manos de Ricardo, para dar comienzo a una restauración con pinceladas de melancolía, aroma a barrio, recuerdos familiares, infancia y adolescencia en una provincia de Córdoba que siempre invita a recorrerla y conocerla.

En ese mismo momento me puse en contacto con Ricardo para avisarle que Eric lo iba a llamar y coordinar finalmente la entrega de la bici para comenzar con los trabajos de restauración que tanto estábamos esperando.

Mi ansiedad por ver que ese trabajo comience iba acompañada por la incertidumbre de saber cómo sería ese trabajo, cómo progresaría, que dificultades podría tener, si se podría reparar todo, o simplemente se le cambiarían solo algunas piezas. Todas esas preguntas se encontraron sin respuesta ante el más profundo hermetismo de Ricardo, que en ningún momento intentó mostrarme o contarme como iba su trabajo de restauración.

Una bicicleta que venía de la provincia de Córdoba, que perteneció al padre de Eric y que desde su triste partida, nunca más nadie intentó hacerla rodar, y finalmente quedó guardada en ese rincón frío, oscuro y húmedo, lo cual provocó que esos fierros se oxidaran y esa herrumbre causara todo el daño posible para que esa bicicleta no se pudiera usar más, sin que antes pasara por un exhaustivo análisis de factibilidad antes de su reparación definitiva, cosa que estaba a punto de ocurrir mágicamente.

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No puedo aseverar exactamente cuánto tiempo pasó desde que esa bicicleta quedó presa del abandono, nunca intenté preguntarle a Eric, pero ciertamente habían pasado muchos años, se notaba que el daño era importante y el trabajo que Ricardo debía realizar era de una enorme magnitud, lo cual iba a necesitar paciencia, trabajo duro, materiales nobles, y mucho cariño para que esa bicicleta pueda tener la posibilidad de rodar nuevamente por las calles de la ciudad.

No imaginé nunca como una persona podía tener el don de darle una nueva vida a una bicicleta vieja, abandonada, roída por el paso inexorable del tiempo, pero encontré en Ricardo al artífice de una restauración que me atrapó, y me transportó al mundo de la mecánica y reparación de bicicletas. Empecé a leer un poco más sobre componentes y funcionamiento de una bicicleta, y si bien yo ando en bicicleta todos los días desde hace ya algunos años, nunca me puse a estudiar en profundidad este tema y de repente me sumergí en intentar conocer un poco más sobre este maravilloso mundo de la bicicleta y su simple, pero interesante mecánica.

Ricardo confirmó finalmente, después de haber analizado el estado en el que se encontraba la bicicleta, que iba a comenzar con la restauración, y fue grande la emoción al pensar que esa bicicleta iba a tener la oportunidad de hacer feliz a otra persona, porque la bicicleta siempre genera felicidad en quien la use. Es la perfecta fábrica de sonrisas.

La bicicleta entró al taller y Ricardo comenzó con la restauración, y ahora solo era cuestión de tiempo y esfuerzo, y esperar que la magia y las manos sabias y expertas de Ricardo hagan su trabajo.

Luego de unas semanas le pregunté a Eric si sabía cómo iban los trabajos de Ricardo, pero no emitió palabra alguna, me ignoró por completo, como si el misterio fuera parte de esa restauración. Ricardo se mantuvo callado, y sin dar ni una sola pista con respecto a lo que dentro de su taller estaba sucediendo, y los días pasaban y me inundaba la ansiedad, quería saber cómo iba a quedar esa bendita bicicleta.

Empecé a imaginar el trabajo que allí dentro y a puertas cerradas se estaba desarrollando, y agarrando libros sobre mecánica de bicicletas que tenía en casa, fui dibujando en mi mente como iba a quedar esa horquilla roída por el tiempo, ese plato gastado por la herrumbre, esa cadena fantasmal y a la vez tan importante, ese sillín que alguna vez supo soportar el peso de una persona durante mucho tiempo, suave, amable y confortable y esas ruedas que requerían de una atención especial porque son parte fundamental del vuelo magistral de la bicicleta sobre el asfalto.

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Las bicicletas tienen una mecánica muy sencilla y es muy versátil como medio de transporte, y hacer que rueden es cuestión de imaginación, algo de magia, esfuerzo, y dedicación, porque ellas también merecen una cuota de cariño.

El tiempo fue transcurriendo sin medida, y aunque imaginando que todo marchaba bien, crecía la incertidumbre que genera no saber ni cómo ni cuándo iba a terminar toda esta espera, pero ese día tan esperado finalmente llegó.

Y ese mismo día Eric me avisa que la bicicleta ya estaba lista y que la tenía que ir a buscar, nervioso, sin saber con qué se iba a encontrar, pero yo en lo personal sabía que su restauración estaba en las mejores manos y que el resultado iba a superar todo lo imaginado.

Eric llegó al taller de Ricardo y al entrar se encontró frente a algo que parecía ser una bicicleta cubierta por una enorme lona que cubría lo que desde ese día iba a ser su “nueva” bicicleta, la que un día fue de su padre, y hoy pasa a formar parte de esta historia que con emoción les cuento, porque a mi me atrapó la idea desde el comienzo y no pude parar de preguntarme cuantas historias como esta debe haber en el mundo, muchas me respondí, y todas seguramente con la misma intensidad y las mismas sensaciones de melancolía y emoción como las que esta bicicleta me hizo sentir desde el primer día.

La emoción de Eric en este breve video… La entrega de la bicicleta

Ricardo, el restaurador, hizo un enorme trabajo, se puso el desafío al hombro, y su esfuerzo valió la pena, entre el óxido y esas piezas destartaladas, hubo que hacer casi una bicicleta nueva, y así se veía realmente, una hermosa bicicleta de estilo inglés que supo recorrer las calles de Córdoba hace muchísimos años y hoy esperaba hacerlo en otras calles, otras ciudades, con otra gente, pero con el mismo espíritu de siempre, porque la bicicleta no pierde vigencia, es un noble vehículo que más allá de las circunstancias buenas o malas, genera felicidad en quien la use a pesar del paso del tiempo y el desgaste, porque si pasa el tiempo y hay desgaste ya saben que Ricardo, el restaurador, es la persona que tienen que contactar para que la bicicleta siga siendo una fiel aliada y compañera urbana.

Para conocer un poco más sobre las manos maestras y la pasión de Ricardo por las bicicletas, pueden visitar sus redes sociales:

Ricardo Tilve Guerra, el restaurador

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Covid-19. La pandemia y… ¿el nacimiento de un nuevo orden mundial en movilidad urbana?

Covid-19. La pandemia y… ¿el nacimiento de un nuevo orden mundial en movilidad urbana?

El mundo atraviesa hoy por una pandemia sin precedentes en los últimos 100 años de historia, y nos toca vivirla de cerca. ¿Cómo sobrellevar este momento y como afecta esto a nuestra vida cotidiana en lo emocional, económico y social?

Muchos países tienen hoy cerradas sus fronteras, ciudades bloqueadas totalmente y en emergencia sanitaria, donde proponen un aislamiento preventivo obligatorio, aconsejando quedarse dentro de las casas, y solo salir a la calle para compras indispensables como ser alimentos y medicamentos.

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Hay muchas actividades que son indispensables para que una ciudad y su economía no colapsen, y es ahí donde nos planteamos el dilema ante la necesidad de moverse que tienen muchas personas cuyos empleos se encuadran dentro de esas actividades indispensables como ser personal de salud, seguridad y transporte por citar solo algunas.

Todos/as sabemos la importancia que tiene el transporte en la vida de las personas, porque necesitamos de eso para la industria y para trasladarnos diariamente y lo relevante de la forma en la que nos movemos. Usamos tren, bus, subte, auto, bicicleta o caminamos, pero nos movemos permanentemente y eso hoy nos enfrenta ante la inexorable realidad de tener que quedarnos quietos y aislados.

Quedarnos quietos no forma parte de nuestras vidas, todo lo contrario, necesitamos movernos no solo para ir de un lugar a otro, sino ante la búsqueda permanente de lugares que nos mantengan activos, ya sea en el trabajo, en la escuela, la universidad, en una reunión con amigos o comprar en el supermercado.

Si nos dicen que debemos quedarnos en nuestra casa, pero trabajamos en un centro de salud, eso nos pone en una encrucijada, ¿Cómo hago para llegar a mi lugar de trabajo de forma segura para evitar aglomeraciones y cumplir a la vez con la disposición de mantener distancia y el aislamiento? Si vivo muy lejos de mi trabajo debo optar por un modo de transporte masivo que me permita hacer grandes distancias en un corto lapso de tiempo y ahí pensaría en usar el tren, bus o subte, pero ¿si vivo cerca? Tengo dos opciones saludables y eficientes, caminar o usar la bicicleta.

¿Por qué no considero el auto como modo de transporte seguro y saludable? Sencillamente porque el auto no es seguro ni saludable, ocupa mucho espacio y eso perjudica enormemente a quienes optan por usar el bus para llegar a destino ya que comúnmente comparten el espacio público. Si hay menos autos, hay más espacio y si hay más espacio el bus funciona mejor, sus frecuencias mejoran y si consideramos en estas circunstancias donde muchas personas pueden trabajar a distancia y no necesitan ir a sus lugares de trabajo habituales, entonces hay más espacio en el transporte público, que es más eficiente y económico que el auto, y menos emisiones contaminantes en el aire, que hoy necesitamos que sea lo más limpio y respirable posible.

Si hablamos de la bicicleta, podemos decir que es el vehículo ideal para moverse en cortas y medias distancias y a la vez cumplir con el aislamiento social que se requiere en esta situación delicada en la que estamos; es versátil, es ecológica, es saludable, es eficiente y es divertida.

¿Qué podemos agregar a esto de movernos con responsabilidad y pensando en el resto de las personas que tienen que moverse para ir a trabajar? Si vos estas en ese grupo de personas que pueden trabajar a distancia, es un buen momento para empezar a organizar y promover esta modalidad de trabajo cuando la situación se normalice, y ¿cuál sería el objetivo de todo esto? Justamente intentar que menos personas tengan que moverse cada día para ir a sus lugares de trabajo, con el consecuente beneficio que generaría darle más espacio a quienes tengan la obligación de moverse para ir a trabajar. De esta manera solucionaríamos de forma eficaz el tema de la aglomeración de personas en el transporte público y descongestionaríamos el tránsito.

Esta situación que estamos viviendo en el mundo nos genera desconcierto, ansiedad, angustia, depresión y lo mejor que podemos hacer es usar todas esas sensaciones como herramientas para generar contenidos, aprender, idear maneras sostenibles de vivir de forma más saludable, consumiendo solo lo que necesitamos, moviéndonos solo si es necesario, usando más el transporte público, caminar y andar en bicicleta. Esto nos tiene que servir de aprendizaje, y debemos sacarle provecho al encierro poniendo en funcionamiento algo que todos tenemos, la capacidad de reinventarnos ante la adversidad, de pensar que hicimos mal para no volver a hacerlo, de leer y reflexionar sobre aquellas cosas que pueden beneficiarnos frente a todas aquellas que nos han puesto en el lugar de indefensión donde estamos parados hoy.

Hoy solo quiero pedirles que nos tomemos el tiempo de reflexionar, estamos en casa y podemos hacerlo, sobre las cosas que estamos dispuestos a cambiar cuando esta situación global se normalice. ¿Qué hábitos vas a cambiar, como vas a seguir moviéndote, de qué manera y donde tomaras tus responsabilidades laborales, como será tu consumo cotidiano?

De esta vamos a salir, lo importante es saber que cosas cambiarán en nuestras vidas e intentar adaptarnos a un nuevo orden de cosas.

¡QUEDATE EN CASA! Te lo decimos en varios idiomas.