Las ciudades fueron creciendo y desarrollándose durante estos últimos 100 años alrededor del crecimiento de la industria automotriz, pensando que la irrupción del automóvil iba a facilitar la forma de movernos y que los viajes de las personas iban a ser más agiles, placenteros y eficientes.
Han pasado las décadas y hoy salimos a la calle y todo eso que pensaron los desarrolladores de época han quedado enterrados ante la evidencia irrefutable de que el auto se ha transformado en el mayor problema que acarrean las ciudades en términos de movilidad, transporte, contaminación y seguridad vial.
Ahora nos preguntamos si hay algo que se hizo mal, y en mi opinión no creo que se haya hecho algo mal, lo que no se hizo es haber pensado que podría haberse hecho mejor, es decir, no pensar tanto en como moverse en auto sino en que espacio le íbamos a destinar a las personas y seguir el derrotero automotriz a la par del crecimiento de una ciudad que esté preparada para darle comodidad, eficiencia y seguridad a la movilidad de las personas, en lugar de seguir insistiendo en quitarles espacio para meter más autos.
Una ciudad pensada para las personas, obviamente le quitaría poder a la industria automotriz, porque sencillamente no habría espacio para más autos, y la producción no sería tan grande como lo es hoy, aunque actualmente y por fortuna algo está cambiando, hay algo en el aire que muy sutil, lenta y progresivamente va tomando forma, y es nuestro deber acompañar ese cambio para ayudar a que nuestras ciudades vuelvan a tener el esplendor de antaño, donde caminar o andar en bicicleta no era lo riesgoso que supone hacerlo hoy.
Las calles de la ciudad deben ser transformadas de tal manera que salir a caminar o andar en bicicleta no suponga un riesgo, que si tienes que usar el auto sepas que solo te va a servir y ser más eficiente para largas distancias y fuera de la ciudad, que usar el transporte público no tenga que ser una aventura inhumana, que ir a la escuela o salir con amigos en bici pueda ser parte fundamental del momento y disfrutarlo.
Una ciudad a escala humana, es facilitarle la movilidad a las personas, en lugar de hacérsela más miserable y peligrosa. ¿Por qué debemos seguir pensando donde meter más autos o pensar por donde deberían circular, si ya sabemos lo que ocurre cuando hacemos eso? ¿Por qué mejor dejar de producir tantos autos, o producir solo los extremadamente necesarios, y dedicarnos masivamente a la producción de modos de transporte más seguros, eficientes y económicos? Preguntas que debemos respondernos cuando vemos como nuestras ciudades se van colapsando rápidamente ante nuestros ojos.
Los autos han sabido destruir las ciudades y ahora nos toca reconstruirlas, pero sin ellos. Todo depende de nosotros, de nuestra voluntad por generar pequeñas acciones cada día que fuercen ese cambio y nos sumerja paulatinamente en un espacio que podamos disfrutar, y no padecer.
Muchos decimos que si una ciudad la pensamos con los ojos de nuestras infancias, habremos recorrido el camino correcto, porque no hay nada más seguro que hacer calles que pueda disfrutar la niñez, y por consiguiente todos nosotros.
Les dejo un resumen de un Masterclass que dio Gehl Architects en Buenos Aires en 2016 https://youtu.be/3TwS4JYynmI