La más odiada

<strong>La más odiada</strong>

Se sabe que en el mundo, desde que comenzó la pandemia de Covid-19, hubo una explosión maravillosa de gente usando bicicletas como modo de transporte y que muchas ciudades se fueron transformando para darle un mejor lugar a quienes decidieron empezar a moverse de otra manera.

La bicicleta fue el modo que eligió mucha gente para moverse al aire libre y mantenerse alejada de focos de contagio como el transporte público, aunque sabemos que la pandemia también disparó el uso del automóvil particular y eso de alguna manera fue la parte negativa de este fenómeno sociocultural que generó la bicicleta.

No obstante, es increíblemente inexplicable el aumento de personas que se manifiestan en contra del usuario de bicicleta, de la bicicleta propiamente dicha y de la infraestructura que se requiere para hacer los viajes más cómodos y seguros. Si bien hay diferentes niveles de odio, lo que lo hace más insoportable es la agresividad con la que algunas personas lo comunican, y aún peor quienes lo llevan a la práctica en la calle.

No se entiende muy bien el origen de ese odio repentino por la bicicleta y su contexto, porque la verdad es que la bicicleta, más allá de algunos comportamientos irresponsables que pueden tener ciertas personas arriba de una bici, en sí misma no representa una amenaza, ni para la sociedad, ni para quienes usan el auto para moverse, aunque creo que el tema pasa más por la sensación de pérdida del espacio que otra cosa, y eso les hace perder la razón.

La realidad, y aquí me pongo firme con esto, es una sola, hoy el uso del auto particular representa más o menos el 20% del reparto modal en términos globales, ocupando casi el 70% del espacio público, con lo cual les queda poco de qué quejarse. En cambio, cuanto más menospreciado está el resto del reparto modal que ocupa tan solo el 30% del espacio público restante.

Dicen, y eso me consta, que los ciclistas no respetan las normas de tránsito, pero también me consta y sobra la evidencia, de que mueren aproximadamente 20 personas al día en Argentina por culpa de irresponsables al volante. Con lo cual no digo que los ciclistas sean mejores, ni que sean intocables, ni que deban llevarse al mundo por delante, pero como dije, la realidad es una sola, y duele ver tanta muerte absurda alrededor.

¿Es razonable pensar que el problema son las personas que andan en bici? ¿Es razonable pensar que esas personas son quienes generan que el transito colapse? ¿Es razonable pensar que pedalear es peligroso para las personas, cuando quienes matan no van en bici? ¿Es razonable odiar a una persona que usa la bici para moverse y que a su vez contribuye a mejorar la calidad de aire? Debo decirlo, es ese mismo aire que respiramos todos, incluso quienes usan el auto.

Si quien usa la bicicleta no mata y mejora la calidad del aire, si no es peligroso para las personas, si no se requiere de una capacidad física especial, si la bicicleta conecta más a las personas, si es una herramienta de transformación social, si contribuye a que podamos movernos con mayor seguridad, entonces ¿por qué odiar algo que hace bien?

Creo que, como digo siempre, nos debemos un espacio de reflexión y estoy dispuesto a ser parte de ese espacio para quien quiera compartirlo razonablemente.