Un camino diferente

<strong>Un camino diferente</strong>

Cuando empecé a andar en bicicleta tenía mi escala de valores bastante acotada y distorsionada, era primero mi Dios, después mi bici y yo y luego el resto. Pasó el tiempo, pasaron cosas, fui y vine muchas veces y después de pensarlo un poco decidí que era un buen momento para comprarme una cámara de video y así poder registrar todo lo que me pasaba mientras me movía en la ciudad, la vida real, y no esa fantasía que recorría mi cabeza.

Al principio gritaba mucho, insultaba a los cuatro vientos, discutía con cada persona que me cruzaba, tocaba bocina como loco, me hacía problema por todo, pero la bicicleta me fue mostrando la ciudad como ningún otro modo de transporte lo había hecho, incluso ni siquiera caminando, ayudado por la misma vivencia y secundado por mi registro “cinematográfico”.

La bicicleta me fue marcando un camino, que me costó entender, pero fui analizando cada situación, cada momento vivido y padecido, y empecé a notar que estaba adoptando conductas inapropiadas, irrespetuosas, siendo descortés, generando reacciones que en mi eran impensadas. ¿La bici estaba modificando mi personalidad? No. Solo estaba mostrándome por donde no debía ir. Eso activó mi necesidad de hacer algo al respecto, y en ese sentido lo mejor era empezar a reconstruir mi perspectiva sobre la ciudad en la que vivía, entender cuál era mi espacio, donde ubicarme frente al peatón y frente a los automovilistas y el resto del entorno, cuales eran mis derechos y mis obligaciones y que cosas ponían en riesgo mi vida frente a todo lo que me rodeaba, porque empecé a entender que no estaba solo.

Si bien supe desde un principio que empezar a andar en bicicleta iba a generarme la necesidad de aprender a moverme en el tránsito loco de la ciudad de Buenos Aires, también me inspiró a tener más empatía y respeto para con los/as más vulnerables y modificar la forma de interrelacionarme con el entorno.

La ciudad de Buenos Aires no es fácil, nunca lo fue, aunque hoy con algo más de experiencia puedo decir que casi la tengo dominada, más allá de circunstancias que exceden mi capacidad de control y eso me pone alerta todo el tiempo. Sin embargo, estar alerta no es tener miedo. Todo lo contrario, estar alerta me ayuda a mantener mi cabeza bien dentro del ecosistema urbano que muchas veces te golpea y te mantiene en funcionamiento todos los sentidos.

Desde hace algunos años que vengo luchando desde mi humilde espacio, por una ciudad más segura, limpia, saludable e inclusiva, donde todos puedan experimentar lo mismo que yo, y de esa experiencia incorporar todo lo bueno y transformar todo lo malo, porque creo que de lo malo también se aprende y de lo malo se pueden hacer cosas buenas, generar ideas y proyectos y sostener una lucha que nos permita en algún momento mejorar nuestra calidad de vida.

La experiencia es aprendizaje, no se puede concebir una cosa sin la otra, pero lo interesante de eso es buscar la mejor experiencia, la que te ayude a valorar todo aquello que no genere externalidades negativas y en ese sentido la movilidad activa viene a ocupar ese espacio. Un espacio que debemos apropiar para darle una identidad que pueda multiplicarse, porque no hay nada mejor que multiplicar lo bueno.

Yo hice camino, lo viví, lo aprendí e intenté transformarlo de tal manera de hacerlo mío, propio, en mi beneficio, y no por querer se egoísta, sino porque considero que hacerlo mío y bueno, sería igual de bueno para muchos. La bicicleta logró hasta mejorarme como automovilista y eso no es poco.

Se puede tener empatía sin importar la forma en la que te muevas, pero es muy importante empezar por movernos a escala humana para que el nivel de empatía crezca con nosotros.

Un camino diferente es el titulo de esta nota, un camino diferente es aquel que no conocemos y aprendemos a transitarlo.

Salvemos Libertador

Salvemos Libertador

Desde hace ya unas semanas atrás que se viene hablando mucho sobre las obras de reconfiguración de la icónica Av. Libertador en la ciudad de Buenos Aires. Una avenida con el espacio suficiente para avanzar en una redistribución modal, que desde el activismo veníamos reclamando hace mucho tiempo.

Una reformulación que ayudará a que tanto peatones como ciclistas puedan moverse con más comodidad y seguridad. Una obra que además permitirá reducir la velocidad máxima permitida en esa avenida, que hoy es de 70 km/h, y bajaría a 50 km/h.

Mucha agua ya ha pasado bajo el puente y mucha más pasará, a pesar de que estas obras empezaron hace algunos meses atrás este año, y la cual se extenderá hasta fin de año, si todo marcha como está planeado.

Hay un grupo de vecinos, y gente que usa esa avenida a diario en auto, que se oponen a esta obra por considerarla innecesaria, ya que aducen quitarles lugar para estacionar, y a quienes la usan, carriles para circular, pero lo que no pueden ver, o no quieren hacerlo, es que esto se hace con el objetivo de darle a esa avenida un uso mas inclusivo y cambiar el paradigma ese de que por las avenidas solo pueden circular autos a gran velocidad.

Sabemos lo que representa el exceso de velocidad en calles, rutas y autopistas, y todos los días lastimosamente lamentamos muertes absurdas que pudieron haberse evitado, y si bien sabemos que hay otros factores que inciden en la elevada tasa de siniestralidad vial, como ser la conducción bajo los efectos de alcohol y drogas, la distracción al volante y la temeridad creada en torno a la creencia de que “a mi no me va a pasar nunca”, entendemos que al darle menos espacio a la circulación motorizada y privilegiando más y mejores espacios para el transporte público, peatones y ciclistas vamos a poder progresivamente ir avanzando en una ciudad donde moverse no tenga que ser peligroso.

Cuestionar una obra solo porque quita espacios para estacionar y porque hay que ir más despacio, habla de un bajo nivel de argumentación considerando que el espacio público debe ser compartido y permitir una fluida circulación de todos, es decir no solo autos, sino también peatones, ciclistas y modos de transporte masivos, como el colectivo/bus.

¿Acaso dejar un auto estacionado gran parte del día representa una comodidad para quienes quieren moverse? Claramente no, poniendo en riesgo y obstaculizando a quienes intentan moverse de otra forma, aún mucho más segura y eficiente.

Este es un debate interesante que nos debemos quienes vivimos y nos movemos en Buenos Aires, para dejar sentada la base de una ciudad que necesita imperiosamente modificar un paradigma que nos hunde profundamente en un problema que a simple vista parece no tener solución: la violencia vial, que cada día se lleva vidas y que equivocadamente naturalizamos casi sin darnos cuenta.

Queda solo una cosa por hacer, seguir apoyando la vida de las personas por sobre la “comodidad” de unos pocos que intentan canalizar la protesta a través de argumentos sin sentido y que solo buscan desestabilizar un plan que a priori busca mejorar de alguna manera la forma en la que nos movemos e intentar lograr una sana y plena convivencia vial que en definitiva es para todos y no solo para un grupo de loquitos en bicicleta.

Ciertamente hay lugar para todos en la ciudad. Este el camino que nos va a mejorar la calidad de vida, nos va a transformar como sociedad, nos va a ayudar a que podamos salir sin miedo, a darnos cuenta que movernos de otra manera es posible. Caminar y andar en bicicleta son solo la punta del ovillo, desmadejemos ese camino juntos constructivamente, sin banderas, porque la movilidad no tiene banderas, todos somos peatones y todos queremos una ciudad mejor, solo hay que saber compartirla y aprender.

Salvemos Libertador, salvémosla de la prepotencia y la intolerancia que intentan dominar un espacio desproporcionado y desaprovechado, que muchos intentamos recuperar, para la vida, para la gente, para movernos mejor y más seguros.

¿Por qué empecé a usar la bicicleta?

¿Por qué empecé a usar la bicicleta?

A raíz de una publicación que hice en mi cuenta de Twitter hace unos días y de todas las respuestas que recibí a la pregunta ¿por qué razón comenzaste a usar la bici para moverte en la ciudad?, es que se me ocurrió escribir algo que resuma un poco todo lo aportado por gente que entendió por diferentes motivos que la bicicleta solo les aportó beneficios y pasó a formar parte de un estilo de vida diferente.

Ya muchos sabemos la importancia que tiene el uso de la bicicleta en entornos urbanos de alta densidad poblacional, donde el tránsito vehicular se torna insostenible por la escasez del espacio y por tratarse de un modo de transporte eficiente, que no contamina, no hace ruido, es saludable, económico y es más seguro.

La gente respondió masivamente a mi pregunta, y todos coinciden en muchas cuestiones que tienen relación directa con lo que acabo de decir.

La bicicleta es eficiente, ¿qué significa eso? En términos de velocidad quizás no tanto, pero con relación a distancias recorridas si lo es, porque en distancias cortas la bicicleta suele ser más ágil y rápida que un auto particular. No me gusta usar mucho la palabra “rapidez” porque siempre se la relaciona directamente con la velocidad, por eso uso “eficiencia” o “agilidad” que tiene más que ver con lo que la bici representa como modo de transporte urbano. Siempre llegarás a tiempo en bicicleta (excepto que tengas la mala suerte de pinchar una cubierta).

Es conocido por todos, que el nivel de contaminación ambiental que hoy sufren nuestras ciudades es alarmante y preocupa, y la movilidad activa contribuye a reducir esa huella de carbono que generamos al movernos. Otra razón más para elegir la bicicleta o caminar como forma de movilidad reduciendo significativamente la emisión de gases de efecto invernadero.

Es lógico también relacionar a la bicicleta con la generación de ruido. Estamos permanentemente atacados por un sinnúmero de ruidos que afectan nuestra vida cotidiana, al punto de no poder hablar en la calle, tener dolores de cabeza, padecer estrés, y trastornos que afectan nuestra concentración y el rendimiento en las actividades que realizamos. La bicicleta viene a aportar la calma que nos hace falta para mejorar nuestra calidad de vida, no solo en lo personal sino también en lo laboral y profesional.

Andar en bici es hacer ejercicio, mejora nuestras articulaciones, fortalece nuestros músculos y nuestros sistemas respiratorio y cardiovascular. Nos aleja del sedentarismo y en consecuencia mejora nuestra salud y calidad de vida. Siempre andar en bici trae beneficios, sin importar cuanto tiempo la uses ni que distancia recorras, basta con usarla todos los días o cuando quieras y eso ya transformará tu forma de vida.

No cabe duda, que andar en bicicleta te hace ahorrar mucho dinero que ya no gastas en transporte público ni en el combustible que le tienes que poner a tu auto; sin mencionar gastos de mantenimiento, estacionamiento, seguro y demás impuestos que debes pagar por tener un auto. Una bici solo requiere un mínimo de mantenimiento, lavado y lubricación de la transmisión y a rodar. Solo eso, nada o casi nada. Fácil, simple y barato.

En muchas ciudades el transporte público suele ser escaso y/o deficiente y entonces se opta por usar la bici solo porque andar en auto no es una buena opción, lo cual beneficia a las personas que por diferentes razones no pueden dejar de usar el transporte público, es decir, estamos contribuyendo a descongestionarlo para darle espacio a otras personas que lo necesitan más que nosotros.

Quienes ya andan en bicicleta han podido comprobar que hacerlo de forma cotidiana y responsable resulta en tener un entorno más seguro no solo para con nosotros, sino también para quienes nos rodean, ya que la bici calma el tránsito, y que por su masa/peso y velocidad las consecuencias ante un posible atropellamiento suelen no ser fatales para terceros y eso no es poco, considerando el daño que puede causar un automovilista que circula a más de 40 km/h en un vehículo de más de 1000 kilos.

Dicho esto, andar en bicicleta es beneficioso no solo para quienes la usan sino también para quienes aún no han podido o decidido subirse a ella. Y la conclusión a la que podemos llegar es que una vez que probaste subirte a una bici, difícilmente puedas dejar de usarla y será tu compañera de viaje cada día.

Sigamos juntos promoviendo su uso, transmitiendo sus bondades y las alegrías que suele darnos con cada pedaleada.

Una ciudad a escala humana

Una ciudad a escala humana

Las ciudades fueron creciendo y desarrollándose durante estos últimos 100 años alrededor del crecimiento de la industria automotriz, pensando que la irrupción del automóvil iba a facilitar la forma de movernos y que los viajes de las personas iban a ser más agiles, placenteros y eficientes.

Han pasado las décadas y hoy salimos a la calle y todo eso que pensaron los desarrolladores de época han quedado enterrados ante la evidencia irrefutable de que el auto se ha transformado en el mayor problema que acarrean las ciudades en términos de movilidad, transporte, contaminación y seguridad vial.

Ahora nos preguntamos si hay algo que se hizo mal, y en mi opinión no creo que se haya hecho algo mal, lo que no se hizo es haber pensado que podría haberse hecho mejor, es decir, no pensar tanto en como moverse en auto sino en que espacio le íbamos a destinar a las personas y seguir el derrotero automotriz a la par del crecimiento de una ciudad que esté preparada para darle comodidad, eficiencia y seguridad a la movilidad de las personas, en lugar de seguir insistiendo en quitarles espacio para meter más autos.

Una ciudad pensada para las personas, obviamente le quitaría poder a la industria automotriz, porque sencillamente no habría espacio para más autos, y la producción no sería tan grande como lo es hoy, aunque actualmente y por fortuna algo está cambiando, hay algo en el aire que muy sutil, lenta y progresivamente va tomando forma, y es nuestro deber acompañar ese cambio para ayudar a que nuestras ciudades vuelvan a tener el esplendor de antaño, donde caminar o andar en bicicleta no era lo riesgoso que supone hacerlo hoy.

Las calles de la ciudad deben ser transformadas de tal manera que salir a caminar o andar en bicicleta no suponga un riesgo, que si tienes que usar el auto sepas que solo te va a servir y ser más eficiente para largas distancias y fuera de la ciudad, que usar el transporte público no tenga que ser una aventura inhumana, que ir a la escuela o salir con amigos en bici pueda ser parte fundamental del momento y disfrutarlo.

Una ciudad a escala humana, es facilitarle la movilidad a las personas, en lugar de hacérsela más miserable y peligrosa. ¿Por qué debemos seguir pensando donde meter más autos o pensar por donde deberían circular, si ya sabemos lo que ocurre cuando hacemos eso? ¿Por qué mejor dejar de producir tantos autos, o producir solo los extremadamente necesarios, y dedicarnos masivamente a la producción de modos de transporte más seguros, eficientes y económicos? Preguntas que debemos respondernos cuando vemos como nuestras ciudades se van colapsando rápidamente ante nuestros ojos.

Los autos han sabido destruir las ciudades y ahora nos toca reconstruirlas, pero sin ellos. Todo depende de nosotros, de nuestra voluntad por generar pequeñas acciones cada día que fuercen ese cambio y nos sumerja paulatinamente en un espacio que podamos disfrutar, y no padecer.

Muchos decimos que si una ciudad la pensamos con los ojos de nuestras infancias, habremos recorrido el camino correcto, porque no hay nada más seguro que hacer calles que pueda disfrutar la niñez, y por consiguiente todos nosotros.

Les dejo un resumen de un Masterclass que dio Gehl Architects en Buenos Aires en 2016 https://youtu.be/3TwS4JYynmI

¿Salir a protegernos o salir a disfrutar?

¿Salir a protegernos o salir a disfrutar?

A raíz de un siniestro vial fatal que ocurrió este último fin de semana en la zona de la estación Once del Ferrocarril Sarmiento, en el barrio Balvanera de la Ciudad de Buenos Aires, se me ocurrió escribir algo que vuelve siempre al debate, y es sobre si las personas deben salir a la defensiva o a disfrutar del espacio público.

Todo el tiempo estamos pidiéndole a la gente que use el cinturón de seguridad, que se ponga casco, que use chaleco reflectante, que use luces y ropa clara y no se cuantas cosas más por un tema de seguridad vial. Lo cual está muy bien si lo vemos desde lo que representa un elemento de seguridad para la protección de las personas, pero ¿qué ocurriría si yendo en bicicleta sin casco te atropella un/a automovilista que va mirando su celular? ¿Diríamos que fue porque el/la ciclista no llevaba puesto el casco?

Suele pasar que nos sobreprotegemos más de la cuenta porque no somos capaces muchas veces de ir un poco más allá y ver las cosas con otra perspectiva, para poder darnos cuenta verdaderamente del contexto en el que estamos y así poder reclamar y accionar sobre lo que vemos que está mal o no cumple mínimamente con aspectos de seguridad propios de las necesidades que tenemos como personas a la hora de movernos por la ciudad.

No es justo señalar a la víctima cuando ocurre un siniestro vial, aún si esa persona haya obrado de forma inapropiada, porque en realidad la víctima quizás sea el resultado de algo que habitualmente está mal hecho y ahí es donde debemos poner el foco.

Todo lo que hace a una ciudad segura debe estar enfocado en las personas, cuando se pierde ese foco las ponemos en riesgo, y es ahí donde se insiste equivocadamente en eso de que la gente debe cuidarse. El instinto de preservación forma parte de nuestro ser, no es necesario decirle a la gente que se cuide porque son conductas que surgen casi espontáneamente. Lo que si es importante decirle a la gente es que debe dimensionar correctamente que ciudad tiene y reclamar aquellas cosas que necesariamente deben poner a las personas por encima de cualquier otro factor de tránsito.

Cuando miramos la ciudad que tenemos, nos damos cuenta qué poco tiene de amigable para con las personas, porque siempre se priorizó la circulación motorizada, y en ese sentido es que encontramos la “solución” en pedirle a la gente que salga con armadura, lo que fomenta mucho más el entorno agresivo en el que vivimos. Lo que en realidad debemos hacer es transformar ese espacio agresivo en algo que nos quite el peso de tener que salir a la calle siempre a la defensiva, cuando deberíamos salir sin temor a que nos atropellen.

Nunca, pero nunca nos enfoquemos en responsabilizar a la victima de algo que normalmente no tiene bajo su control y que claramente nos remite a analizar el entorno y sus consecuencias, e intentar cambiarlo para mejorarlo.

Como le dije a un usuario en tuiter, transformadores son aquellos que viendo la realidad intentan algo para cambiarla, pero con una visión más amplia y evitando poner a la víctima en el foco del debate.

Sigamos trabajando por una ciudad donde caminar o andar en bicicleta no tenga que ser dramático, sino disfrutable.

¿Qué es una ciudad ciclista?

¿Qué es una ciudad ciclista?

Cuando escuchamos hablar de “ciudades ciclistas” pensamos casi automáticamente en Ámsterdam y Copenhague, y en alguna otra ciudad de Europa, y quienes andamos en bicicleta quisiéramos estar siempre ahí, porque vemos lo que hay, como se mueve la gente, como han progresado en infraestructura y principalmente como han logrado un cambio cultural envidiable, donde la gente puso atención en formas más amigables de movilidad y gobiernos que entendieron el reclamo de la gente hace más de 40 años.

Mi experiencia arriba de la bicicleta no es mucha por cierto, pero en estos años que he decidido moverme en bici, he visto lo que se ha hecho en el mundo, he aprendido sobre infraestructura, he debatido sobre si hay que hacer ciclovías o no, sobre intermodalidad, sobre seguridad vial, he conocido gente con experiencia que me ha mostrado un lado de la movilidad que era desconocido para mí, y en ese fructífero camino he pensado muchas veces en todo lo que ha hecho mi ciudad al respecto, todo lo que aún se puede hacer para mejorar lo que se hizo y también hacer cosas nuevas.

Una ciudad ciclista no es solamente una ciudad donde se ande en bicicleta, es mucho más que eso, es una ciudad que valora la movilidad activa por sobre otros modos de transporte y que suma eficiencia y seguridad en espacios reducidos, de alta densidad poblacional y donde el hacinamiento, el ruido y la inseguridad vial se adueñaron del espacio, escaso en muchos aspectos, y que se debe principalmente a que las ciudades fueron siendo devoradas por una cultura vial centrada en el automóvil, y que nunca puso en valor la importancia que tiene moverse a escala humana.

Una ciudad ciclista no es una ciudad que solo tenga ciclovías (en muchos casos de dudosa calidad) que acompañen un discurso colorido, es pensar desde el sillín de una bicicleta como hacer que la gente se mueva mejor, y para eso es necesario acompañar el cambio, no solo con ciclovías, sino también con políticas públicas que valoren la movilidad desde lo humano y que eso nos haga cambiar culturalmente de forma progresiva.

Una ciudad ciclista es aquella que construye para que vengan y no al revés, pero tengamos cuidado con eso, porque no se trata solo de construir, sino de generar espacios seguros, que valoren la vida en comunidad, que permitan preservar la calidad del aire, que andar en bicicleta o caminar no sean un problema, que podamos salir a la calle sin preocuparnos por cómo protegernos, sino pensando en disfrutar del viaje.

Una ciudad ciclista es una ciudad donde su cultura da vueltas alrededor a una movilidad que sea limpia, eficiente, segura, amigable y donde la gente deje de pensar masivamente en el auto particular como una opción para moverse. Si logramos dejar de pensar en eso estaremos construyendo, casi sin darnos cuenta, una ciudad que nos permita andar en bici o caminar sin necesidad de creer que estamos perdiendo el tiempo arriesgando nuestro pellejo en un tránsito convulsionado y violento, donde normalmente reinan la intolerancia y la prepotencia.

Una ciudad ciclista es una ciudad donde me sentiría más cómodo, más seguro, más sano, más amigo de la gente y por sobre todas las cosas más humano.

No somos Ámsterdam suele decir mucha gente, y es verdad, pero también es verdad que Ámsterdam tampoco lo fue, y hoy si lo es, en base al esfuerzo de una sociedad que quiso cambiar, gobiernos que entendieron de que se trataba todo eso y de un compromiso con ese cambio, sin banderas más que las de buscar mejorar la calidad de vida, porque de eso se trata vivir mejor.

Lleva tiempo, pero imposible es lo que no se hace.

De esto también debemos hablar

De esto también debemos hablar

Les voy a contar brevemente una triste historia que nos tiene que movilizar como sociedad y ponernos a reflexionar sobre nuestra conducta para con los demás.

Ayer me enteré, que la mamá de una amiga de mi hermana, de toda la vida, fue atropellada el pasado sábado por un/a ciclista, lo que le provocó un coma profundo con una posible muerte cerebral (aún no confirmada), producto de la caída sobre el pavimento. Si, tristísimo, pero así de cruda es la realidad que nos golpea y que no debemos ignorar.

Escuché muchas veces, y lo repito como un loro (me hago cargo de eso porque me apoyan las estadísticas globales), que quienes andan en bicicleta no matan, solo quienes andan en auto lo hacen; hasta que pasan estas cosas, y es ahí donde se nos abre un abanico de preguntas que debemos respondernos.

La primera pregunta es ¿por qué? Y me cuesta a mi responder un poco eso, porque voy transitando cada día promoviendo el uso de la bicicleta como modo de transporte seguro, pero a la vez debo situarme del lado de las personas, que usando el vehículo que usen, siguen siendo personas, con sus problemas, sus perfiles psicológicos, sus conductas, sus idiosincrasias y también sus miserias, porque tenemos que aceptar que también hay gente desaprensiva que anda en bicicleta. Gente que actúa siempre de la misma manera, sin importar la forma en la que se mueva. Irresponsables, irrespetuosas y con un alto grado de desprecio por la vida y los derechos del otro.

No voy a caer en la clásica de pedir que quienes anden en bicicleta deban tener licencia, pagar patente y esas cosas, porque habiendo pasado lo que lamentablemente pasó, sigo sosteniendo que debemos darle más lugar a la movilidad activa con todos los beneficios que genera, que son muchos frente a lo que podemos suponer como un riesgo.

Esto que ocurrió, y que me entristece enormemente, nos tiene que hacer reflexionar, por favor les pido que multipliquen el mensaje, háganlo llegar a todos los rincones, quizás le llegue a quienes todavía siguen andando en bicicleta creyendo que pueden hacerlo por encima de los derechos de cualquier otra persona. Nos tenemos que meter un poco hacia adentro y mirarnos el corazón, replantearnos qué estamos haciendo mal y proponernos modificar lo negativo en positivo. No hay otro camino más que el del respeto, la empatía y el aprecio por la vida.

La bicicleta no solo es un modo de transporte, también debe ser un disparador de buenas conductas, que motiven a otras personas a usarla y que la calle se llene de alegría y no de ciclistas enloquecidos.

Esto no pretende ser un alegato, pero la historia ya está contada, y solo les ruego que multipliquen mis palabras, y que vuelen por el aire, para que podamos transitar un profundo proceso de reflexión que nos convierta progresivamente en una sociedad más respetuosa, tolerante, comprensiva, amistosa, empática y por sobre todas las cosas, más humana.

Si esto volviera a pasar, volveré a ser el portavoz de quienes queremos una sociedad que entienda realmente cual es el valor incalculable de la vida, porque alguien debe decirlo, y porque de esto también debemos hablar.

Por Temis y para que no vuelva a pasar.

No es lo mismo

No es lo mismo

En nuestras vidas pasamos el tiempo comparando todo, e intentando poner todo al mismo nivel, pero en realidad no todo es lo mismo ni todo debe valorarse de la misma manera; particularmente cuando hablamos de movilidad, porque está claro que las diferencias entre los distintos modos de transporte son enormes, y aunque en algunos pasajes de la ley de tránsito que regula la circulación de los diferentes modos se intenta tibiamente marcar las diferencias, en la práctica eso no sucede y nos enfrentamos cada día con situaciones que nos ponen en riesgo solo porque naturalmente creemos que todo es lo mismo, pero debemos entender que las normas fueron hechas mayormente desde una sola perspectiva y no como una ley que proteja al más vulnerable.

Escucho normalmente decir que todos debemos respetar las normas, y eso esta muy bien, así debe ser, y no me canso de promoverlo, pero ¿está bien respetar una norma que puede ponerme en peligro? Hay que entender que las cosas suceden muchas veces porque no se respetan las reglas, pero también porque al respetarlas quedamos atrapados en un hoyo que nos puede dañar, y es ahí donde debemos detenernos a pensar si decir que todos debemos respetar las reglas es realmente lo que necesitamos, o si en verdad lo que debemos hacer es cambiar esas reglas, para que de una vez y para siempre la norma ponga la pirámide en la posición correcta, o acaso tendremos que pedirle a los peatones que usen casco y chaleco reflectante.

Para que eso suceda debemos empujar a nuestros gobiernos a asumir el compromiso que les cabe para mejorar la forma en la que nos movemos, y eso se logra no solo con leyes que tengan una perspectiva más inclusiva, sino también desde la infraestructura vial, que canalice la movilidad a través de calles más seguras que prioricen a las personas por sobre cualquier otra forma de movilidad y transporte.

Queremos calles donde caminar y andar en bicicleta sea seguro. Si logramos eso habremos dado un paso importante para acomodar el resto, y si a eso le sumamos reglas de circulación que acompañen a la infraestructura vial, entonces habremos avanzado hacia la construcción de una ciudad donde los valores queden correctamente establecidos y donde podamos hablar de equidad y no de igualdad.

Nada es perfecto, pero todo es perfectible si hay voluntad, coraje y compromiso para hacerlo, y recuerden que cuando hablamos de movilidad y seguridad vial, no es lo mismo igualdad que equidad.

Día Mundial Sin Auto

Día Mundial Sin Auto

Hoy se me ocurrió escribir algunas líneas sobre lo que significa celebrar el Dia Mundial Sin Auto, y es que no se trata de prohibirle a la gente que lo use, sino a transmitir un mensaje relacionado con el uso eficiente de modos diferentes de movilidad y transporte que contribuyan a mejorar las condiciones medio ambientales y de seguridad vial en las que vivimos expuestos diariamente.

Es recordarle a la gente que hay otra manera de moverse, que no estamos obligados a movernos en auto, que podemos buscar alternativas que ya existen y que nos pueden resolver diferentes circunstancias de la vida cotidiana.

Usar el auto de forma indiscriminada solo porque lo tenemos insertado en nuestra cultura es de un nivel de mediocridad tal que excede cualquier análisis, porque somos mucho más inteligentes que eso, y tenemos la posibilidad de demostrarlo.

La experiencia es algo que va creciendo con nosotros y que nos forma el carácter. Si no experimentamos nos quedamos estancados en nuestra zona de confort y la vivencia se torna estática, aburrida, inexpresiva, sombría y abrumadora, lo que nos lleva irremediablemente a seguir inmersos en un camino que nos devuelve siempre al mismo lugar.

Celebrar el Día Mundial Sin Auto es decirle a la gente que, a fuerza de voluntad, intente dar ese paso y sacarse de la cabeza esa cultura auto-céntrica al menos por un día, y vivir una experiencia diferente y a la vez enriquecedora. No pierdas mas el tiempo dando vueltas, la movilidad sustentable no es una moda, es un camino en línea recta hacia el futuro de la movilidad urbana, y no es el capricho de un loquito que anda en bicicleta, sino una necesidad de nuestras ciudades para mejorar nuestra calidad de vida.

Rosario, La Meca ciclista de Argentina

Rosario, La Meca ciclista de Argentina

10mo Foro Mundial de la Bicicleta

Se acerca la apertura del 10mo. Foro Mundial de la Bicicleta en la ciudad de Rosario (Argentina), pero no voy a hablar sobre la historia de los Foros ni voy a hacer una retrospectiva, solo voy a hablar de la importancia que tiene instalar a la bicicleta en las agendas gubernamentales, no solo de Argentina sino también del mundo, como herramienta social y piedra fundamental en el desarrollo socio-cultural de nuestras comunidades.

La bicicleta se sabe, es un modo de transporte eficiente, limpio, saludable y seguro, pero también puede formar parte de nuestra cultura diaria, y que mejor que hablar de ella, de todo lo que puede aportar al desarrollo de nuevas generaciones para mejorar nuestra calidad de vida.

El Foro Mundial de la Bicicleta es un evento que intenta visibilizar el trabajo participativo y autogestivo de la sociedad civil, utilizando a la bicicleta como impulsora de un cambio socio-cultural que nos debemos desde siempre, y que nunca terminamos de redondear, ya sea por falta de acompañamiento de la sociedad o falta de gestión gubernamental.

En lo personal creo que hay razones suficientes y necesarias para creer que fomentando fuertemente la movilidad activa, lograremos vivir significativamente mejor, pero eso solo se consigue si se trabaja de forma coordinada con los gobiernos, porque no hay otra forma de gestionar el cambio de paradigma si no nos sentamos en la misma mesa de trabajo.

El Foro trata de socializar, mover, proteger, enseñar y principalmente crear conciencia sobre la importancia que tiene movernos de forma saludable y segura, y es por eso que este año se plantean 5 ejes temáticos alrededor de todos los temas que se tratarán en este evento, y que abarcan un amplio abanico de posibilidades que nos da el uso de la bicicleta:

Eje 1 Cultura en Movimiento, porque la bici es arte, recreación, deporte, cultura y todo aquello que nos llena el alma.

Eje 2 Conocimiento en Movimiento, porque la bici nos enseña que podemos ser mas respetuosos, que podemos ejercer la empatía de mil formas diferentes y que incorporada a la enseñanza básica y universal nos fortalece como ciudadanos/as.  

Eje 3 Masas en Movimiento, porque en bici todos podemos movernos y eso genera un sano contagio y una integración cultural sin límites.

Eje 4 Ciudades en Movimiento, porque la bici y la ciudad deben estar en sintonía, sentir que las calles nos pertenecen y que esa sensación de pertenencia nos permita modificar el entorno para mejorar nuestra calidad de vida.

Eje 5 Acción Climática, porque la bici no genera gases de efecto invernadero, y nos permite respirar un aire más limpio, lo que redunda en una mejora significativa en la salud pública y nos ayuda en la lucha contra el deterioro ambiental de nuestro planeta.

Como pueden ver, la bicicleta es claramente mucho más que un cuadro de metal con dos ruedas, con ella podemos modificar nuestra conducta a través de nuestra forma de movernos, lo que nos ayudará consecuentemente a vivir mejor y en armonía.

Andar en bicicleta es mucho más que pedalear, es entender que hay una mejor forma de movernos, que podemos ser mejores personas por el solo hecho de usar un modo de transporte que conecta, relaciona, interactúa y sostiene un estilo de vida descontracturado y fuera del statu quo establecido por más de cien años de reinado de la industria automotriz que sistemáticamente fue castigando nuestras ciudades, y que casi acompañamos inconscientemente, inmersos en viejos conceptos y lemas de desarrollo y progreso que solo nos ha llevado a un mundo que parece no tener rumbo, y que muchos queremos cambiarlo.

El Foro Mundial de la Bicicleta se realiza este año en la ciudad de Rosario (Argentina), desde el 15 al 19 de septiembre. Una ciudad que ha demostrado con los años ser un ejemplo de activismo ciclista y que nos ha mostrado por donde debemos ir. Hacia allá vamos, hacia un mundo donde andar en bicicleta o caminar sean actos seguros y conscientes de lo que dejamos para las futuras generaciones y por un mundo mejor.

Para saber más acerca del Foro podes consultar su página web, sus redes sociales o su canal de Telegram.

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