No es lo mismo

No es lo mismo

En nuestras vidas pasamos el tiempo comparando todo, e intentando poner todo al mismo nivel, pero en realidad no todo es lo mismo ni todo debe valorarse de la misma manera; particularmente cuando hablamos de movilidad, porque está claro que las diferencias entre los distintos modos de transporte son enormes, y aunque en algunos pasajes de la ley de tránsito que regula la circulación de los diferentes modos se intenta tibiamente marcar las diferencias, en la práctica eso no sucede y nos enfrentamos cada día con situaciones que nos ponen en riesgo solo porque naturalmente creemos que todo es lo mismo, pero debemos entender que las normas fueron hechas mayormente desde una sola perspectiva y no como una ley que proteja al más vulnerable.

Escucho normalmente decir que todos debemos respetar las normas, y eso esta muy bien, así debe ser, y no me canso de promoverlo, pero ¿está bien respetar una norma que puede ponerme en peligro? Hay que entender que las cosas suceden muchas veces porque no se respetan las reglas, pero también porque al respetarlas quedamos atrapados en un hoyo que nos puede dañar, y es ahí donde debemos detenernos a pensar si decir que todos debemos respetar las reglas es realmente lo que necesitamos, o si en verdad lo que debemos hacer es cambiar esas reglas, para que de una vez y para siempre la norma ponga la pirámide en la posición correcta, o acaso tendremos que pedirle a los peatones que usen casco y chaleco reflectante.

Para que eso suceda debemos empujar a nuestros gobiernos a asumir el compromiso que les cabe para mejorar la forma en la que nos movemos, y eso se logra no solo con leyes que tengan una perspectiva más inclusiva, sino también desde la infraestructura vial, que canalice la movilidad a través de calles más seguras que prioricen a las personas por sobre cualquier otra forma de movilidad y transporte.

Queremos calles donde caminar y andar en bicicleta sea seguro. Si logramos eso habremos dado un paso importante para acomodar el resto, y si a eso le sumamos reglas de circulación que acompañen a la infraestructura vial, entonces habremos avanzado hacia la construcción de una ciudad donde los valores queden correctamente establecidos y donde podamos hablar de equidad y no de igualdad.

Nada es perfecto, pero todo es perfectible si hay voluntad, coraje y compromiso para hacerlo, y recuerden que cuando hablamos de movilidad y seguridad vial, no es lo mismo igualdad que equidad.

Día Mundial Sin Auto

Día Mundial Sin Auto

Hoy se me ocurrió escribir algunas líneas sobre lo que significa celebrar el Dia Mundial Sin Auto, y es que no se trata de prohibirle a la gente que lo use, sino a transmitir un mensaje relacionado con el uso eficiente de modos diferentes de movilidad y transporte que contribuyan a mejorar las condiciones medio ambientales y de seguridad vial en las que vivimos expuestos diariamente.

Es recordarle a la gente que hay otra manera de moverse, que no estamos obligados a movernos en auto, que podemos buscar alternativas que ya existen y que nos pueden resolver diferentes circunstancias de la vida cotidiana.

Usar el auto de forma indiscriminada solo porque lo tenemos insertado en nuestra cultura es de un nivel de mediocridad tal que excede cualquier análisis, porque somos mucho más inteligentes que eso, y tenemos la posibilidad de demostrarlo.

La experiencia es algo que va creciendo con nosotros y que nos forma el carácter. Si no experimentamos nos quedamos estancados en nuestra zona de confort y la vivencia se torna estática, aburrida, inexpresiva, sombría y abrumadora, lo que nos lleva irremediablemente a seguir inmersos en un camino que nos devuelve siempre al mismo lugar.

Celebrar el Día Mundial Sin Auto es decirle a la gente que, a fuerza de voluntad, intente dar ese paso y sacarse de la cabeza esa cultura auto-céntrica al menos por un día, y vivir una experiencia diferente y a la vez enriquecedora. No pierdas mas el tiempo dando vueltas, la movilidad sustentable no es una moda, es un camino en línea recta hacia el futuro de la movilidad urbana, y no es el capricho de un loquito que anda en bicicleta, sino una necesidad de nuestras ciudades para mejorar nuestra calidad de vida.

Rosario, La Meca ciclista de Argentina

Rosario, La Meca ciclista de Argentina

10mo Foro Mundial de la Bicicleta

Se acerca la apertura del 10mo. Foro Mundial de la Bicicleta en la ciudad de Rosario (Argentina), pero no voy a hablar sobre la historia de los Foros ni voy a hacer una retrospectiva, solo voy a hablar de la importancia que tiene instalar a la bicicleta en las agendas gubernamentales, no solo de Argentina sino también del mundo, como herramienta social y piedra fundamental en el desarrollo socio-cultural de nuestras comunidades.

La bicicleta se sabe, es un modo de transporte eficiente, limpio, saludable y seguro, pero también puede formar parte de nuestra cultura diaria, y que mejor que hablar de ella, de todo lo que puede aportar al desarrollo de nuevas generaciones para mejorar nuestra calidad de vida.

El Foro Mundial de la Bicicleta es un evento que intenta visibilizar el trabajo participativo y autogestivo de la sociedad civil, utilizando a la bicicleta como impulsora de un cambio socio-cultural que nos debemos desde siempre, y que nunca terminamos de redondear, ya sea por falta de acompañamiento de la sociedad o falta de gestión gubernamental.

En lo personal creo que hay razones suficientes y necesarias para creer que fomentando fuertemente la movilidad activa, lograremos vivir significativamente mejor, pero eso solo se consigue si se trabaja de forma coordinada con los gobiernos, porque no hay otra forma de gestionar el cambio de paradigma si no nos sentamos en la misma mesa de trabajo.

El Foro trata de socializar, mover, proteger, enseñar y principalmente crear conciencia sobre la importancia que tiene movernos de forma saludable y segura, y es por eso que este año se plantean 5 ejes temáticos alrededor de todos los temas que se tratarán en este evento, y que abarcan un amplio abanico de posibilidades que nos da el uso de la bicicleta:

Eje 1 Cultura en Movimiento, porque la bici es arte, recreación, deporte, cultura y todo aquello que nos llena el alma.

Eje 2 Conocimiento en Movimiento, porque la bici nos enseña que podemos ser mas respetuosos, que podemos ejercer la empatía de mil formas diferentes y que incorporada a la enseñanza básica y universal nos fortalece como ciudadanos/as.  

Eje 3 Masas en Movimiento, porque en bici todos podemos movernos y eso genera un sano contagio y una integración cultural sin límites.

Eje 4 Ciudades en Movimiento, porque la bici y la ciudad deben estar en sintonía, sentir que las calles nos pertenecen y que esa sensación de pertenencia nos permita modificar el entorno para mejorar nuestra calidad de vida.

Eje 5 Acción Climática, porque la bici no genera gases de efecto invernadero, y nos permite respirar un aire más limpio, lo que redunda en una mejora significativa en la salud pública y nos ayuda en la lucha contra el deterioro ambiental de nuestro planeta.

Como pueden ver, la bicicleta es claramente mucho más que un cuadro de metal con dos ruedas, con ella podemos modificar nuestra conducta a través de nuestra forma de movernos, lo que nos ayudará consecuentemente a vivir mejor y en armonía.

Andar en bicicleta es mucho más que pedalear, es entender que hay una mejor forma de movernos, que podemos ser mejores personas por el solo hecho de usar un modo de transporte que conecta, relaciona, interactúa y sostiene un estilo de vida descontracturado y fuera del statu quo establecido por más de cien años de reinado de la industria automotriz que sistemáticamente fue castigando nuestras ciudades, y que casi acompañamos inconscientemente, inmersos en viejos conceptos y lemas de desarrollo y progreso que solo nos ha llevado a un mundo que parece no tener rumbo, y que muchos queremos cambiarlo.

El Foro Mundial de la Bicicleta se realiza este año en la ciudad de Rosario (Argentina), desde el 15 al 19 de septiembre. Una ciudad que ha demostrado con los años ser un ejemplo de activismo ciclista y que nos ha mostrado por donde debemos ir. Hacia allá vamos, hacia un mundo donde andar en bicicleta o caminar sean actos seguros y conscientes de lo que dejamos para las futuras generaciones y por un mundo mejor.

Para saber más acerca del Foro podes consultar su página web, sus redes sociales o su canal de Telegram.

Website https://fmb10.org/

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Mi ciudad: ¿un lugar amigable y seguro?

Mi ciudad: ¿un lugar amigable y seguro?

Desde hace más de un siglo que las ciudades vienen siendo concebidas primordialmente para la circulación de vehículos motorizados, desplazando hacia un oscuro rincón a la movilidad activa. Este cambio ha generado con el paso del tiempo una infinidad de inconvenientes, principalmente el profundo deterioro de nuestra calidad de vida.

El espacio del que antes disponían las personas, hoy ya no está, porque le fue cedido progresivamente a la pujante industria automotriz; hay avenidas, más calles, más avenidas más anchas, autopistas urbanas, más autopistas y más anchas, centros de compras, grandes y más grandes, con enormes playones para el estacionamiento de autos, y muchas cosas más que han movido de lugar a las personas.

Ese enorme espacio que se le dio a la movilidad insalubre y que en algún momento se entendió como “progreso”, debe ser recuperado, porque hoy es un lugar inseguro tanto para caminar como para andar en bicicleta.

Si queremos ciudades amigables debemos trabajar para que la movilidad sea eficiente, segura y saludable y consecuentemente seguir fomentando la caminata, andar en bicicleta y que el transporte público sea cómodo y ágil, pero para lograr eso tenemos que seguir reclamando ese espacio, hacerlo propio, legitimar nuestro derecho a circular por un espacio que nos fue arrebatado por el poder de una industria que supo mercantilizar un modo de transporte que hoy estaría envejeciendo a causa de su fracaso.

Hoy ya no es posible salir a caminar sin estar pensando en los riesgos que implica ese simple acto, y no porque sea inseguro caminar, sino por el riesgo al que estamos expuestos debido al diseño de nuestra ciudad que privilegia una movilidad obsoleta e ineficiente.

Cuando decimos que las calles deben estar abiertas, lo decimos desde la necesidad de devolverle ese espacio a las personas, porque hoy esas calles se consideran cerradas, vedadas, prohibitivas y sin posibilidades de ser disfrutadas.

El mundo hoy esta viviendo un cambio paradigmático en materia de movilidad a raíz de la pandemia que nos azota, y en ese contexto tenemos la obligación de buscar herramientas que nos permitan aprovechar los espacios y brindarle a la gente un lugar donde se sienta cómoda, donde caminar o andar en bicicleta no represente un desafío, sino un disfrute, donde la calle sea un lugar de encuentro y esparcimiento y donde podamos movernos libremente para desarrollar nuestras tareas cotidianas de forma segura.

Las ciudades son de las personas y deben ser construidas para las personas, si no lo son, debemos reconstruirlas. Por la refundación de nuestras ciudades, por la recuperación de espacios desaprovechados, por la integración de la ciudadanía en lugares donde reine la equidad, el respeto y la empatía. Quienes hoy tienen la responsabilidad de gobernar nuestras ciudades deben tener el coraje, la voluntad política y el compromiso suficiente y necesario para diseñar y planificar el espacio en función de las personas y no de los autos, porque está demostrado que no se puede tener un lugar seguro, limpio y saludable si seguimos pensando espacios para quienes van en auto.

¿Protegernos o sentirnos protegidos?

¿Protegernos o sentirnos protegidos?

La inseguridad vial en las calles de mi ciudad, como en tantas otras ciudades del mundo, y particularmente en aquellas con una alta densidad poblacional, se hace manifiesta mucho más cuando la infraestructura vial responde a la demanda que genera el uso del automóvil particular para moverse.

Ahora bien, se habla mucho del uso del casco para andar en bicicleta, y que eso pareciera ser fundamental para “mejorar” la seguridad vial, o se escucha al pasar que podría “salvarte” la vida ¿ante el atropellamiento con un vehículo que circule a alta velocidad?, y ni hablar de un vehículo pesado que, aunque vaya lento, probablemente te mate.

El punto es que el uso del casco puede ser relevante en ciudades donde transitar sea riesgoso a causa de una infraestructura deficiente o por ausencia de ella, y que nos permita percibir cierta seguridad, y ese es mi caso. Yo uso casco porque todavía considero que mucho de lo que hoy tenemos en mi ciudad sigue siendo inseguro, pero entonces pienso y me pregunto: ¿Por qué debería seguir usando un casco para moverme en bicicleta por la ciudad, sentirme “protegido” y seguir fomentando de alguna manera la violencia vial, en lugar de empezar a promover un cambio profundo en la infraestructura vial y en las leyes que reglamentan la circulación vehicular, que me permita salir de casa sin pensar que debo llevar un casco para protegerme?

¿Protegerme de qué o de quién? Esa es la pregunta que nos tenemos que hacer a la hora de hablar sobre el uso obligatorio del casco para andar en bicicleta, y paradójicamente en la respuesta a nuestra pregunta encontraremos la solución, para no tener que seguir debatiendo sobre la obligatoriedad del casco para andar en bicicleta.

En este contexto es que trato de diferenciar lo seguro de lo potencialmente inseguro (a veces lo logro y otras no) y hacer hincapié en la importancia que tiene mitigar el daño desde la eliminación o reducción de lo que genera el daño, en lugar de decirle a la gente que se proteja de lo que daña.

¿Protegernos para qué? es la otra pregunta. Para salvar nuestra vida, dicen, y en parte puede que tengan razón, pero los números estadísticos nos muestran otra cosa, porque hay más probabilidades de que nos mate por atropellamiento un/a automovilista a que nos ocurra lo mismo por una caída violenta de la bicicleta. Con esto no quiero minimizar la posibilidad cierta de caernos de la bicicleta, porque yo mismo me he caído y aquí estoy, pero quiero separar de alguna manera cuales son las circunstancias que te pueden llevar a una caída, y una de ellas es la ausencia o deficiencia de infraestructura vial segura. Y vuelvo a hacer la misma pregunta: ¿Obligamos a usar el casco o hacemos infraestructura de calidad?

El casco es un elemento de protección personal y no hay que ignorarlo, pero es mejor pensar en no tener que usarlo si sabemos que hay una infraestructura capaz de proveernos un lugar seguro para movernos, y no seguir insistiendo en usarlo para seguir pedaleando en calles inseguras que permiten que quienes hacen daño sigan su derrotero violento, total nosotros usamos casco. Reflexionemos.

Las ciclovías porteñas: el basurero de la ciudad

Las ciclovías porteñas: el basurero de la ciudad

La ciudad de Buenos Aires ha visto crecer su red de ciclovías en los últimos años de forma extraordinaria, con algunas mesetas en ese camino de construcción y una dudosa y pobre calidad en su infraestructura, pero hoy no vengo a hablar de todo lo que está mal a mi criterio y todo el camino que resta por recorrer para mejorar lo que ya se hizo, sino del indebido uso que se le está dando a ellas, poniendo en riesgo a quienes las usan para moverse en bici por la ciudad.

Desde autos mal estacionados, contenedores de basura, volquetes de la construcción, carga y descarga de mercaderías en zonas inhabilitadas, hasta demás porquerías que deberían estar en otro lado, pero no bloqueando un carril que fue diseñado y concebido para que más gente pueda moverse en bicicleta con mayor comodidad y seguridad.

Una seguridad que se ve permanentemente interrumpida por cuestiones ajenas a quienes usan la bicicleta y que de alguna manera habla claramente de una sociedad rota, indisciplinada, mal educada e irrespetuosa que hace caso omiso a las normas, y que además no escucha las recomendaciones y sugerencias que disparan, no solo quienes usan la bicicleta, sino también quienes comandan las políticas públicas en materia de movilidad, transporte y obras.

Una clase de anarquía urbana se apodera de las calles de la ciudad y muy especialmente sobre las ciclovías. “Hacemos lo que podemos” te dicen algunos/as, con tono de resignación. Otros/as te dicen que “las ciclovías no deberían existir”, y con cierta lógica, porque las ciclovías solo existen a raíz de la violencia vial que padecemos quienes andamos en bici cada día. Se escucha también decir que “los/as ciclistas no respetan nada”, pero mueren más de 6000 personas en siniestros viales y ninguna a manos de ciclistas asesinos/as.

Una sociedad que erróneamente cree que quienes andan en bicicleta son un estorbo, que si no se anda en auto no se puede vivir, que si no le damos espacio a la movilidad contaminante e ineficiente nada estará mejor, que el auto es un refugio, que manejar un auto es todo lo que está bien. Se distorsiona tanto la información que muchas veces duele.

Duele convivir con personas que no consideran el inmenso valor que tiene la vida y la importancia de tener una ciudad más saludable, segura y limpia. Se suben al carro del odio infundado y sin argumentos válidos y actúan en consecuencia, provocando todo tipo de situaciones indeseables que perjudican a otras personas. La falta de empatía es el común denominador en cada una de esas situaciones donde nos encontramos frente al dilema de si podemos seguir con seguridad o debemos frenar para resguardar nuestra integridad física.

Imaginen por un segundo si pusiéramos un volquete en medio de la calzada o estacionáramos nuestra bicicleta e impidiéramos la libre circulación de los automovilistas. Sería un caos, no?

Ver video: https://www.youtube.com/watch?v=TbuPj2UmRzo

Hay muchas personas que transitan un camino de apatía, violencia, desaprensión, prepotencia e impaciencia que nos debilita como sociedad y que nos muestra un escenario poco alentador, pero en ese panorama poco feliz tenemos la inmensa necesidad de seguir procurando un lugar seguro donde movernos y es ahí donde llamo la atención una vez más a los/as tomadores de decisiones para que sin mediar más palabras empiecen a trabajar seriamente para revertir esta situación que hoy atravesamos, y que esas palabras (vacías muchas veces), se transformen en acciones concretas para que realmente andar en bicicleta por la ciudad sea absolutamente placentero y no tengamos que preocuparnos por los “desperdicios” que hoy depositan sobre las ciclovías.

Gracias por andar en bicicleta, gracias por no permitir que nos sigan maltratando, gracias por entender que no se puede andar por la vida apartando del camino todo aquello que por alguna razón no nos gusta o nos importa poco. Gracias por la empatía, gracias por el respeto, gracias por ocupar cada uno de nosotros el lugar que nos corresponde sin alterar el rumbo del otro. Sigamos trabajando para que las ciclovías de mi ciudad dejen de ser un basurero.

La bicicleta: felicidad en dos ruedas

La bicicleta: felicidad en dos ruedas

Se me ocurre escribir sobre la bicicleta (¡que novedad!) porque hoy se celebra el Dia Mundial de la Bicicleta, y es justo reconocer la importancia que tiene su existencia en función de lo que representa como modo de transporte saludable, eficiente, ecológico, económico y seguro.

Hoy celebramos su día, porque en bicicleta experimentamos sensaciones placenteras, la bicicleta nos permite comunicarnos con el entorno, nos conecta socialmente, nos da una herramienta de pacificación, nos coloca en el ápice de la pirámide de la movilidad urbana junto con los peatones y eso, entre muchas otras razones, nos da un motivo para celebrar.

Andar en bicicleta nos transporta a otra dimensión, potencia nuestra concentración, nos da energía adicional para afrontar las responsabilidades que cada uno de nosotros tenemos cada día, nos motiva a seguir usándola y es fuente de inspiración para cualquier cosa que quieras hacer.

No importa la edad que tengas, a todos nos modifica la vida usar la bicicleta, porque sin importar para que la uses, lo importante es usarla y eso ya transforma nuestra calidad de vida.

Andar en bicicleta da placer, transforma un día gris en un día brillante aún si el cielo anuncia una lluvia inminente, porque que importa mojarnos un poco si lo que importa es ser feliz y como dicen quienes más saben de ciclismo urbano: “no somos de azúcar”.

Hoy se celebra a la bicicleta, se celebra poder ser parte de un movimiento que busca generar empatía, porque sin ella la vida sería aburrida, las calles serían más inseguras, el aire sería más irrespirable y tu llegada a destino sería más caótica.

¿Cuántas veces escuchamos decir que en bicicleta llegas a todos lados y nunca llegas tarde? Quienes la usamos diariamente podemos confirmar la certeza de esa definición, y no hay nada en este mundo que pueda evitar eso, excepto una indeseable pinchadura.

¿Qué vas a hacer desde hoy? ¿Sacarás tu bicicleta, la pondrás en condiciones y saldrás a rodar? ¿No tienes bicicleta? Siempre hay una tienda abierta que tiene la bicicleta ideal para vos y dispuesta a hacer feliz a otra persona. ¿No sabes andar en bicicleta? Siempre se puede aprender, porque nunca es tarde, y porque hay mucha gente que está dispuesta a ayudarte. ¿No quieres salir solo/a a andar en bici? Busca quien te acompañe, un/a amigo/a, familiar o alguien que tenga la voluntad de acompañarte. La bicicleta es la felicidad en dos ruedas, es la forma mas divertida de moverse, es saludable y ciertamente nos brinda muchos beneficios. No hay forma de no celebrar su día, y mañana y siempre.

¿Cómo nos movemos?

¿Cómo nos movemos?

Estamos en constante movimiento y ese movimiento lo asociamos con la libertad, porque moverse implica poder ir hacia donde queremos ir, por medio de mecanismos propios que el cuerpo nos brinda de forma natural.

Caminar es la base del movimiento universal del cuerpo. Fuimos dotados de un esqueleto y una masa muscular que en perfecta sincronía nos permite movernos todo el tiempo. Ese movimiento lo ejercemos con total libertad, porque nadie puede decirnos que no podemos movernos.

Además de caminar, podemos correr y andar en bicicleta, o patineta, o monopatín. Son todos modos de movilidad que usualmente utilizamos con la sola voluntad de cuerpo y mente.

El cuerpo nos lleva hacia donde queremos ir, y en ese viaje experimentamos la sensación única de saber que podemos movernos sin depender de otra cosa más que de nuestra voluntad.

Cuando hablamos de movernos también incluimos el auto y otros modos de transporte, pero sabemos que no es lo mismo usar el cuerpo para moverse que moverse por efecto de vehículos cuya mecánica hace que nos movamos de un lugar a otro, sin la necesidad directa de mover el cuerpo. Andar en bicicleta es la perfecta combinación del movimiento corporal asociado a un modo de transporte y ahí quiero detenerme un poco para analizar el hecho de que moverse en bicicleta por la ciudad implica poner el cuerpo en movimiento en función del transporte y transportarnos en función de la acción de movernos corporalmente.

Usar el auto nos mueve de un lugar a otro, pero ¿nos movemos realmente? Algo en lo que tenemos que pensar es en la idea de que el movimiento está asociado a la acción corporal de moverse y no precisamente a transportarse de un lugar a otro.

Muchas personas hoy se mueven en auto y eso les está quitando la posibilidad de ejercer el movimiento corporal, y consecuentemente afectando su capacidad motriz para trasladarse por la ciudad de forma más saludable.

Mover el cuerpo genera beneficios para la salud, caminar y andar en bicicleta son ejercicios que las personas pueden hacer sin límite de edad ni capacidad atlética. Es natural moverse, viene con nuestro ADN, lo tenemos incorporado como algo que debemos hacer, más allá de las posibilidades físicas de cada uno, porque todos de alguna podemos movernos, con todas las limitaciones que tengamos, pero sabiendo que nuestro cuerpo nos da las señales que necesitamos para hacerlo.

Tenemos que mover el cuerpo y eso solo lo lograremos haciendo uso de lo que naturalmente tenemos: la voluntad de hacer que nuestro cuerpo trabaje. Caminemos, andemos en bicicleta, disfrutemos de lo que tenemos, sabiendo que no dependemos de nada ni nadie para hacerlo. Es solamente pensar en querer mejorar nuestra calidad de vida y vivir saludablemente. ¿Nos movemos? Si, nos movemos, pero no es solo movernos, sino movernos mejor.

Ciclistas vs ciclistas

Ciclistas vs ciclistas

Esta no es la nota que me hubiera gustado escribir, pero como uso este espacio para reflexionar y escribir sobre lo que me viene a la cabeza, les dejo algo que no me deja de preocupar.

¿Es necesario exponer a ciclistas contra ciclistas, solo porque algunos/as tenemos una visión diferente sobre lo que es usar la bicicleta como modo de transporte en una ciudad salvaje como Buenos Aires? No, no es necesario, y tampoco es aceptable. Podemos opinar diferente, tener una concepción diferente de las cosas, una perspectiva diversa, pero de algo tenemos que estar seguros, y es de que todos/as tenemos el mismo fin, usar la bicicleta como modo de transporte porque entendemos que es la mejor y mas eficiente manera de movernos en una ciudad que nos muestra siempre la cara mas salvaje de la sociedad, y donde padecemos la violencia vial que ejercen quienes todavía no han comprendido que el espacio debe ser compartido.

Se entiende que muchas veces nos podemos sentir invadidos por la inaceptable irrespetuosidad e intolerancia de quienes manejan vehículos motorizados, pero lo que no debemos hacer es justamente ir por la vida en bici comportándonos como si fuéramos dentro de un auto. Eso nos convierte irremediablemente en lo que no queremos ser.

Andar en bicicleta no nos hace inmortales, ni nos pone por encima del resto. Andar en bicicleta es un estilo de vida que debemos llevar con amabilidad, respeto y tolerancia, porque es justamente lo que la bicicleta viene a instalar en las calles. Si vamos pedaleando a los gritos, tocando corneta y circulando desbocados, el resultado no va a ser el esperado y nos va a costar mucho más llegar a demostrar que andar en bicicleta es pacificar, incluir, equilibrar y democratizar el espacio.

Pensemos un poco que distinta sería la ciudad sin bocinas, sin gritos, con respeto y tolerancia. En cambio, pensemos ahora como es la ciudad hoy donde exigimos que no se nos grite, pero gritamos nosotros. No me parece que es sea el camino y como siempre digo esta es una reflexión personal que cada uno recogerá a su manera.

Solo le pido a todos/as que empecemos a ver la bicicleta como una herramienta fundamental y necesaria a la hora de construir una ciudad pacifica, ordenada, segura y limpia. No dejemos de reclamar por el espacio, no dejemos que se nos avasalle, no dejemos que intenten cercenar nuestra voz, pero siempre hagámoslo de forma inteligente, sin agravios, con respeto, con altura y seriedad. Somos mejores, nos movemos mejor. Gracias por leer y comprender.

Prosperidad

Prosperidad

Desde pequeño me han transmitido que comprar un auto era sinónimo de prosperidad. ¿Prosperidad para qué? ¿para gastar más dinero?, ¿para depender del combustible?, ¿para poder ir más lejos? ¿para afectar mi salud por contaminación?

Ese mensaje relacionado a la prosperidad siempre acompañó mi crecimiento hasta hacerse carne en mí, y ahora que soy más grande, he vivido la mitad de mi vida y he aprendido muchas cosas, me fui dando cuenta que hay otros factores que inciden directamente en la prosperidad y no necesariamente están relacionados con lo material.

Comprar un auto está bien, yo tengo uno y lo uso muy poco, pero si hablamos de prosperidad tendremos que pensar en que beneficios nos genera esa cosa material que dicen darnos felicidad, y de pronto solo escucho quejas al respecto: aumentó el seguro, la patente, hay mucho tránsito, no tengo lugar para estacionar, aumentó la gasolina, se me rompió el auto, me quede sin batería, etc.

¿Qué beneficios tiene comprarse un auto si nos va a traer más complicaciones y gastos? Creemos que comprando un auto vamos a tener una mejor calidad de vida, y en lo personal creo que en lo único que contribuimos es en promover un modo de transporte ineficiente, contaminante y que genera sedentarismo. “…Pero puedo viajar más lejos en menos tiempo”, escucho que dicen por ahí, y quizás solo en eso puedo estar de acuerdo, pero eso no es prosperidad.

El automóvil ha ganado un espacio significativo en nuestras vidas, los fabricantes han sabido introducirnos bajo mecanismos de persuasión, un vehículo que ha revolucionado de cierta manera la forma de movernos, pero que a lo largo del tiempo ha modificado negativamente la vida en nuestras ciudades. En este sentido mi reflexión de hoy es muy breve, pero creo que debemos detenernos en pensar que la prosperidad no pasa solo por comprar un auto o cosas materiales que nos “complementen”, sino en conseguir mejorar nuestra calidad de vida sin esa necesidad irrefrenable de tener que comprar algo que a largo plazo nos convierta en personas dependientes de esa cosa que alguna vez fue “prosperidad”, pero ya no lo es.