La más odiada

<strong>La más odiada</strong>

Se sabe que en el mundo, desde que comenzó la pandemia de Covid-19, hubo una explosión maravillosa de gente usando bicicletas como modo de transporte y que muchas ciudades se fueron transformando para darle un mejor lugar a quienes decidieron empezar a moverse de otra manera.

La bicicleta fue el modo que eligió mucha gente para moverse al aire libre y mantenerse alejada de focos de contagio como el transporte público, aunque sabemos que la pandemia también disparó el uso del automóvil particular y eso de alguna manera fue la parte negativa de este fenómeno sociocultural que generó la bicicleta.

No obstante, es increíblemente inexplicable el aumento de personas que se manifiestan en contra del usuario de bicicleta, de la bicicleta propiamente dicha y de la infraestructura que se requiere para hacer los viajes más cómodos y seguros. Si bien hay diferentes niveles de odio, lo que lo hace más insoportable es la agresividad con la que algunas personas lo comunican, y aún peor quienes lo llevan a la práctica en la calle.

No se entiende muy bien el origen de ese odio repentino por la bicicleta y su contexto, porque la verdad es que la bicicleta, más allá de algunos comportamientos irresponsables que pueden tener ciertas personas arriba de una bici, en sí misma no representa una amenaza, ni para la sociedad, ni para quienes usan el auto para moverse, aunque creo que el tema pasa más por la sensación de pérdida del espacio que otra cosa, y eso les hace perder la razón.

La realidad, y aquí me pongo firme con esto, es una sola, hoy el uso del auto particular representa más o menos el 20% del reparto modal en términos globales, ocupando casi el 70% del espacio público, con lo cual les queda poco de qué quejarse. En cambio, cuanto más menospreciado está el resto del reparto modal que ocupa tan solo el 30% del espacio público restante.

Dicen, y eso me consta, que los ciclistas no respetan las normas de tránsito, pero también me consta y sobra la evidencia, de que mueren aproximadamente 20 personas al día en Argentina por culpa de irresponsables al volante. Con lo cual no digo que los ciclistas sean mejores, ni que sean intocables, ni que deban llevarse al mundo por delante, pero como dije, la realidad es una sola, y duele ver tanta muerte absurda alrededor.

¿Es razonable pensar que el problema son las personas que andan en bici? ¿Es razonable pensar que esas personas son quienes generan que el transito colapse? ¿Es razonable pensar que pedalear es peligroso para las personas, cuando quienes matan no van en bici? ¿Es razonable odiar a una persona que usa la bici para moverse y que a su vez contribuye a mejorar la calidad de aire? Debo decirlo, es ese mismo aire que respiramos todos, incluso quienes usan el auto.

Si quien usa la bicicleta no mata y mejora la calidad del aire, si no es peligroso para las personas, si no se requiere de una capacidad física especial, si la bicicleta conecta más a las personas, si es una herramienta de transformación social, si contribuye a que podamos movernos con mayor seguridad, entonces ¿por qué odiar algo que hace bien?

Creo que, como digo siempre, nos debemos un espacio de reflexión y estoy dispuesto a ser parte de ese espacio para quien quiera compartirlo razonablemente.

Vuelta Olímpica en bicicleta – Buenos Aires 2022

<strong>Vuelta Olímpica en bicicleta – Buenos Aires 2022</strong>

Deje pasar algunos días para bajar el nivel de adrenalina que me provocó este evento multitudinario en Buenos Aires y poder escribir con mas calma mis impresiones personales.

Este año me anoticié del evento, que en realidad ya estaba en su segunda edición, lo que me pareció una idea brillante, y que consistía en dar la vuelta completa a la ciudad por sus límites. Fueron aproximadamente 70 kilómetros, pasando por más de 20 barrios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Un paseo, para todos, totalmente inclusivo y amigable con el medio ambiente.

Al enterarme de este evento supe de inmediato que iba a ser un éxito, que no podía fallar, no solo porque detrás veía que había muchas ganas de hacerlo y una voluntad que superaba todas mis expectativas, y es ahí que empecé a ponerle toda mi atención, y hasta me puse a disposición para colaborar en lo que pudiera para ser parte de un evento ciudadano que seguramente iba a ser el disparador de algo mucho más grande, iba destinado a transformarse en un hito para el ciclismo urbano de la ciudad.

De hecho, el resultado fue increíble. No sé si fueron 300, 5000 o 10000 ciclistas los que participaron, lo cierto es que la convocatoria fue enorme e impecable la organización. No hubo fisuras, no hubo problemas, no hubo grandes incidentes, la gente se comportó civilizadamente, todos contentos, con sonrisas que no entraban en la cara de nadie.

Cuando la sociedad civil se ordena y se convoca de forma organizada con un propósito definido, el resultado siempre va a ser positivo y en este caso, sucedió lo que esperaba que sucediera, la gente participó masivamente, de forma ordenada, pacifica, con alegría, vinieron familias, gente de diferentes partes del país, organizaciones, grupos ciclistas y empresas que quisieron decir presente. Todos de alguna manera contribuyeron al éxito de esta convocatoria.

Esta Vuelta Olímpica tiene un propósito. Buenos Aires, como cualquier otra capital del mundo, tiene serios inconvenientes con el tránsito vehicular, que por momentos es agotador y violento y que padecemos cada día. ¿Por qué no tener en Buenos Aires un espacio en la calle dedicado a la recreación para que más gente pueda disfrutar del espacio público sin riesgos? Si grandes capitales del mundo lo tienen, nosotros no somos menos y podemos también lograrlo.

Las calles recreativas, como comúnmente suelen llamarse a estos espacios de convivencia no motorizada, suelen brindarle a la sociedad un remanso entre tanta violencia y tanto ruido, y en ese camino es que la comunidad ciclista se agrupa y se alza para reclamar por esos espacios, y que en definitiva va mucho más allá de promover el uso de bicicleta, sino de buscar más profundamente la forma de que las personas puedan tener al menos una vez al mes un lugar en la ciudad donde poder disfrutar al aire libre, sin ataduras y sin riesgos, aprovechar de un momento de tranquilidad para andar en bicicleta, correr, sentarse a disfrutar del aire, conversar, comer, hacer deportes y ejercicio. Eso es lo que buscamos.

En diciembre de 2021 se aprobó la Ley 6472 que establece el 22 de septiembre como el Dia Sin Auto, ya que en esa fecha se celebra mundialmente y a la que la ciudad adhiere oficialmente, además de establecer que el 3er domingo de cada mes de destinen zonas de la ciudad para fomentar la movilidad activa y que se delimiten calles recreativas para que puedan ser disfrutadas por las personas.

Ya creo haberlos aburrido hablándoles muchas veces sobre los beneficios que genera la movilidad activa, pero siempre es un buen momento para recordarlo y concientizar a las personas sobre la importancia que tiene empezar a ver la movilidad urbana a escala humana, y para eso es fundamental lograr tener ese espacio seguro que nos permita usarlo como herramienta de pacificación y socialización.

La Vuelta Olímpica vino para quedarse y permitirnos tomar la fuerza que nos empuje para que el próximo año este evento masivo tenga proporciones bíblicas. ¿Exagero? No. Con tan poco hemos logrado tanto este año, que no es exagerado pensar que el 2023 nos encontrará cortando la Av. General Paz para dar paso a la felicidad, porque la felicidad viaja en bicicleta.

¿Por qué empecé a usar la bicicleta?

¿Por qué empecé a usar la bicicleta?

A raíz de una publicación que hice en mi cuenta de Twitter hace unos días y de todas las respuestas que recibí a la pregunta ¿por qué razón comenzaste a usar la bici para moverte en la ciudad?, es que se me ocurrió escribir algo que resuma un poco todo lo aportado por gente que entendió por diferentes motivos que la bicicleta solo les aportó beneficios y pasó a formar parte de un estilo de vida diferente.

Ya muchos sabemos la importancia que tiene el uso de la bicicleta en entornos urbanos de alta densidad poblacional, donde el tránsito vehicular se torna insostenible por la escasez del espacio y por tratarse de un modo de transporte eficiente, que no contamina, no hace ruido, es saludable, económico y es más seguro.

La gente respondió masivamente a mi pregunta, y todos coinciden en muchas cuestiones que tienen relación directa con lo que acabo de decir.

La bicicleta es eficiente, ¿qué significa eso? En términos de velocidad quizás no tanto, pero con relación a distancias recorridas si lo es, porque en distancias cortas la bicicleta suele ser más ágil y rápida que un auto particular. No me gusta usar mucho la palabra “rapidez” porque siempre se la relaciona directamente con la velocidad, por eso uso “eficiencia” o “agilidad” que tiene más que ver con lo que la bici representa como modo de transporte urbano. Siempre llegarás a tiempo en bicicleta (excepto que tengas la mala suerte de pinchar una cubierta).

Es conocido por todos, que el nivel de contaminación ambiental que hoy sufren nuestras ciudades es alarmante y preocupa, y la movilidad activa contribuye a reducir esa huella de carbono que generamos al movernos. Otra razón más para elegir la bicicleta o caminar como forma de movilidad reduciendo significativamente la emisión de gases de efecto invernadero.

Es lógico también relacionar a la bicicleta con la generación de ruido. Estamos permanentemente atacados por un sinnúmero de ruidos que afectan nuestra vida cotidiana, al punto de no poder hablar en la calle, tener dolores de cabeza, padecer estrés, y trastornos que afectan nuestra concentración y el rendimiento en las actividades que realizamos. La bicicleta viene a aportar la calma que nos hace falta para mejorar nuestra calidad de vida, no solo en lo personal sino también en lo laboral y profesional.

Andar en bici es hacer ejercicio, mejora nuestras articulaciones, fortalece nuestros músculos y nuestros sistemas respiratorio y cardiovascular. Nos aleja del sedentarismo y en consecuencia mejora nuestra salud y calidad de vida. Siempre andar en bici trae beneficios, sin importar cuanto tiempo la uses ni que distancia recorras, basta con usarla todos los días o cuando quieras y eso ya transformará tu forma de vida.

No cabe duda, que andar en bicicleta te hace ahorrar mucho dinero que ya no gastas en transporte público ni en el combustible que le tienes que poner a tu auto; sin mencionar gastos de mantenimiento, estacionamiento, seguro y demás impuestos que debes pagar por tener un auto. Una bici solo requiere un mínimo de mantenimiento, lavado y lubricación de la transmisión y a rodar. Solo eso, nada o casi nada. Fácil, simple y barato.

En muchas ciudades el transporte público suele ser escaso y/o deficiente y entonces se opta por usar la bici solo porque andar en auto no es una buena opción, lo cual beneficia a las personas que por diferentes razones no pueden dejar de usar el transporte público, es decir, estamos contribuyendo a descongestionarlo para darle espacio a otras personas que lo necesitan más que nosotros.

Quienes ya andan en bicicleta han podido comprobar que hacerlo de forma cotidiana y responsable resulta en tener un entorno más seguro no solo para con nosotros, sino también para quienes nos rodean, ya que la bici calma el tránsito, y que por su masa/peso y velocidad las consecuencias ante un posible atropellamiento suelen no ser fatales para terceros y eso no es poco, considerando el daño que puede causar un automovilista que circula a más de 40 km/h en un vehículo de más de 1000 kilos.

Dicho esto, andar en bicicleta es beneficioso no solo para quienes la usan sino también para quienes aún no han podido o decidido subirse a ella. Y la conclusión a la que podemos llegar es que una vez que probaste subirte a una bici, difícilmente puedas dejar de usarla y será tu compañera de viaje cada día.

Sigamos juntos promoviendo su uso, transmitiendo sus bondades y las alegrías que suele darnos con cada pedaleada.

Ni una bici blanca más

Ni una bici blanca más

El domingo pasado participé de una bicicleteada que nunca debió haber existido, y hoy escribo una nota que nunca debí haber escrito, y espero no tener que escribir nada similar en el futuro.

La bicicleteada del domingo pasado se convocó para acompañar a la bici blanca que se colgó en Buenos Aires en memoria de Marcela Bimonte, quien fue asesinada por un automovilista irresponsable que conducía bajo los efectos de las drogas y que luego del hecho se dio a la fuga sin prestar asistencia, no solo a Marcela, sino a muchas personas más a quienes también había atropellado mientras circulaban por una bicisenda y hoy se encuentran en grave estado.

Esta nota tiene sonido, el sonido de un grito (o de muchos), del reclamo, de la impotencia, de la tristeza. Me siento desmoronado ante la sucesiva cadena de hechos lamentables que debemos padecer quienes nos movemos en la ciudad, con relación a la movilidad urbana y especialmente aquellos donde el auto es protagonista. Un protagonismo que no te compro, porque sabemos positivamente todo lo negativo que el uso y abuso irresponsable del auto aporta a la sociedad.

Esto no es una apología en contra del auto, aunque bien podría serlo, pero no lo es. Esto es un llamado permanente a la reflexión de toda la sociedad, sin importar como nos movamos, porque en definitiva todos durante gran parte del día solo caminamos.

Marcela fue asesinada y abandonada y eso es un homicidio simple, agravado por el abandono de persona. Nada le devolverá la vida a Marcela, pero cada uno de nosotros puede hacer un aporte, por mínimo que sea, para que movernos en la ciudad deje de ser riesgoso, y se transforme en algo disfrutable.

Cuanta más gente debe morir absurdamente para darnos cuenta de la loca carrera que corremos en contra de nosotros mismos. Nos auto-flagelamos constantemente, y no es un juego de palabras, es literal. Nos castigamos, y en esa frenética carrera hacia la nada castigamos a otros que sin saberlo dejan de existir en un segundo, sin ni siquiera haber podido entender esa actitud inequívoca de demencia que caracteriza a esas personas cuya realidad alterna desvía cualquier razonamiento lógico que pueda contener algo de amor, respeto, empatía, conciencia, tolerancia y paciencia.

Hace una semana Marcela Bimonte fue asesinada, que bien podría haber sido Pablo Lebedinsky, o vos o cualquier otra persona de tu círculo íntimo. Muchas cosas nos quedan por hacer, pero lo más importante es lograr recomponernos como personas ciudadanas, con voluntad, compromiso y un espíritu combativo desde lo humano, para que no tengamos que seguir colgando bicis blancas o estrellas amarillas en diferentes rincones de la ciudad, sino movernos de la forma que mas nos guste, para darle vida a la ciudad en lugar de seguir despidiendo gente que no debió haberse ido.

Les pido a todos quienes lean esta nota que entiendan el significado que tiene la vida, que divulguen el mensaje, que lo sostengan en sus grupos familiares y amistades, porque no hay mejor campaña que la que podamos transmitir de persona a persona, mas allá de las pequeñas acciones que podamos ir haciendo cada uno de nosotros, para que vivir en la ciudad sea cada día mejor.

Gracias por leer, y por compartir lo que siento y lo que intento transmitir.

¿Qué es una ciudad ciclista?

¿Qué es una ciudad ciclista?

Cuando escuchamos hablar de “ciudades ciclistas” pensamos casi automáticamente en Ámsterdam y Copenhague, y en alguna otra ciudad de Europa, y quienes andamos en bicicleta quisiéramos estar siempre ahí, porque vemos lo que hay, como se mueve la gente, como han progresado en infraestructura y principalmente como han logrado un cambio cultural envidiable, donde la gente puso atención en formas más amigables de movilidad y gobiernos que entendieron el reclamo de la gente hace más de 40 años.

Mi experiencia arriba de la bicicleta no es mucha por cierto, pero en estos años que he decidido moverme en bici, he visto lo que se ha hecho en el mundo, he aprendido sobre infraestructura, he debatido sobre si hay que hacer ciclovías o no, sobre intermodalidad, sobre seguridad vial, he conocido gente con experiencia que me ha mostrado un lado de la movilidad que era desconocido para mí, y en ese fructífero camino he pensado muchas veces en todo lo que ha hecho mi ciudad al respecto, todo lo que aún se puede hacer para mejorar lo que se hizo y también hacer cosas nuevas.

Una ciudad ciclista no es solamente una ciudad donde se ande en bicicleta, es mucho más que eso, es una ciudad que valora la movilidad activa por sobre otros modos de transporte y que suma eficiencia y seguridad en espacios reducidos, de alta densidad poblacional y donde el hacinamiento, el ruido y la inseguridad vial se adueñaron del espacio, escaso en muchos aspectos, y que se debe principalmente a que las ciudades fueron siendo devoradas por una cultura vial centrada en el automóvil, y que nunca puso en valor la importancia que tiene moverse a escala humana.

Una ciudad ciclista no es una ciudad que solo tenga ciclovías (en muchos casos de dudosa calidad) que acompañen un discurso colorido, es pensar desde el sillín de una bicicleta como hacer que la gente se mueva mejor, y para eso es necesario acompañar el cambio, no solo con ciclovías, sino también con políticas públicas que valoren la movilidad desde lo humano y que eso nos haga cambiar culturalmente de forma progresiva.

Una ciudad ciclista es aquella que construye para que vengan y no al revés, pero tengamos cuidado con eso, porque no se trata solo de construir, sino de generar espacios seguros, que valoren la vida en comunidad, que permitan preservar la calidad del aire, que andar en bicicleta o caminar no sean un problema, que podamos salir a la calle sin preocuparnos por cómo protegernos, sino pensando en disfrutar del viaje.

Una ciudad ciclista es una ciudad donde su cultura da vueltas alrededor a una movilidad que sea limpia, eficiente, segura, amigable y donde la gente deje de pensar masivamente en el auto particular como una opción para moverse. Si logramos dejar de pensar en eso estaremos construyendo, casi sin darnos cuenta, una ciudad que nos permita andar en bici o caminar sin necesidad de creer que estamos perdiendo el tiempo arriesgando nuestro pellejo en un tránsito convulsionado y violento, donde normalmente reinan la intolerancia y la prepotencia.

Una ciudad ciclista es una ciudad donde me sentiría más cómodo, más seguro, más sano, más amigo de la gente y por sobre todas las cosas más humano.

No somos Ámsterdam suele decir mucha gente, y es verdad, pero también es verdad que Ámsterdam tampoco lo fue, y hoy si lo es, en base al esfuerzo de una sociedad que quiso cambiar, gobiernos que entendieron de que se trataba todo eso y de un compromiso con ese cambio, sin banderas más que las de buscar mejorar la calidad de vida, porque de eso se trata vivir mejor.

Lleva tiempo, pero imposible es lo que no se hace.

La bicicleta, mucho más que un modo de transporte

La bicicleta, mucho más que un modo de transporte

Se habla siempre de la bicicleta como un modo de transporte y recreación, y eso es muy cierto, pero algo que mucha gente no sabe es que la bicicleta también es una poderosa herramienta de transformación y pacificación social, y aunque veamos gente que anda como loca en bicicleta, no podemos dejar de lado una realidad de la que no somos ajenos ni podemos ignorar, la bicicleta sigue siendo más segura que cualquier otro modo de transporte.

Hagamos un ejercicio, por favor situémonos en cualquier esquina de la ciudad y podremos observar rápida y fácilmente que lo que digo, no es solo el capricho de un loquito apasionado por la bicicleta, es mucho más que eso, es reconocer en la bicicleta una forma de vida, una manera de ver la movilidad de forma más amigable, inclusiva y limpia.

Usar la bicicleta debe ser tomado como un acto de rebeldía frente a la intolerancia, la prepotencia y la falta de empatía que generan el uso de modos de transporte más agresivos, como lo es el automóvil. Una rebeldía bien entendida, donde lo rebelde pasa por querer romper con el paradigma de que el uso del automóvil es sinónimo de libertad, progreso e independencia.

No quiero ver gente en bicicleta que crea que puede pisar los derechos de otras personas, quiero ver gente en bicicleta que entienda el enorme peso que tiene su incidencia en la sociedad moderna y violenta que padecemos, donde quien usa el auto parece querer demostrar su supremacía por sobre el más vulnerable. Sin embargo, debemos recordar que aún, circulando en bicicleta, sigue habiendo siempre alguien más vulnerable, y es la persona que camina.

¿Por qué tenemos que circular con la bici creyéndonos ser inmunes a lo que nos rodea y llevarnos por delante los derechos de quienes deben ser nuestros aliados? ¿Por qué pensamos que en la bicicleta podemos ir más rápido, en lugar de pensar que podemos ir mas tranquilos? ¿Por qué no paramos en una esquina y dejamos que el peatón cruce primero? ¿Por qué no usamos la bicicleta como una útil herramienta en lugar de usarla como un campo de defensa en combate?

No nos olvidemos que esto no es una guerra por el espacio público, aunque algunas personas lo tomen equivocadamente de esa manera, sino una lucha pacífica por conseguir mejorar la convivencia vial y consecuentemente nuestra calidad de vida.

La bicicleta debe ser nuestra amiga y compañera en ese transitar por una ciudad que intenta de muchas maneras devorarnos y arrinconarnos, para que solo circulemos a la defensiva y en ese acto de defensa llevarnos por delante todo lo que se ponga delante nuestro, incluso automovilistas.

No se trata de buscar culpables, se trata principalmente de intentar hacer bien las cosas desde el lugar que nos toque, y la bicicleta sinceramente nos da esa posibilidad de hacer las cosas de diferente manera, pero sin violencia, sin prepotencia, con respeto y empatía y no creyendo que, porque los/as automovilistas nos agreden, nosotros podemos hacer lo mismo con quienes son más vulnerables. No pasa por ahí ni cerca, no pasa por ahí.

Tenemos que actuar con inteligencia, medir las consecuencias de nuestros actos, pensar en el otro, evaluar por donde podemos ir y por donde no hacerlo, hacer que las cosas sucedan de manera más natural, y no generando el choque permanente que nos desgaste, buscar siempre alternativas que nos mejoren el viaje.

Yo he intentado muchas cosas para que mis salidas en bicicleta sean cada vez mejor, y me he involucrado activamente en todo lo que se relaciona con el ciclismo urbano de mi ciudad. No se si lo he hecho bien, me he equivocado muchas veces, y los que me conocen lo juzgarán mejor, pero he aprendido y entendido que andar en bicicleta no me transforma en un ser superior, y de algo estoy muy seguro, seguiré el camino que elegí con la bici y tratando siempre de ser mejor persona, porque no quiero estar del lado oscuro.

En la adultez tenemos mucho por aprender, porque es un constante proceso de crecimiento y desarrollo que termina cuando morimos, pero nuestra mayor responsabilidad como adultos es dejarles el camino allanado a las infancias, porque la base de todo está ahí, y la construcción siempre se hace desde la base.

La bicicleta me ilumina y quiero ver que más gente sienta esa sensación hermosa que genera poner un pie sobre los pedales.

Yo ando en bicicleta

Yo ando en bicicleta

Si me preguntan como me muevo por la ciudad, les digo que me muevo en bicicleta, y eso automáticamente dispara otras varias preguntas que se relacionan directamente con la comodidad y la seguridad.

Andar en bicicleta no es difícil, y todas las personas pueden hacerlo. Andar en bicicleta es inclusivo, ya que no distingue ni edad, ni origen racial, ni género ni condición social alguna, ni siquiera las capacidades físicas de una persona impiden que pueda andar en bicicleta, porque sabemos que hay bicicletas adaptadas para casi cualquier tipo de dificultades físicas, incluso gente no vidente podría andar en bicicleta con el acompañamiento adecuado.

Yo adopté la bicicleta desde hace ya algunos años como mi modo de transporte diario para ir a trabajar (“commuting” es su traducción al idioma inglés) y es algo de lo que no me arrepiento en absoluto e intento transmitirlo toda vez que puedo.

Al principio fue algo complicado arrancar porque había circunstancias climáticas y de infraestructura que me hacían dudar sobre las posibilidades de moverme en bicicleta por una ciudad complicada, pero con el paso del tiempo, mi voluntad, y con unas ganas enormes de querer hacer algo diferente por mi ciudad, es que fui encontrando la forma de ir resolviendo esos enigmas y “complicaciones” a la hora de subirme a la bicicleta. Encontré mi ritmo, la ropa adecuada para cada necesidad y los lugares por donde circular dependiendo del día y la hora. Todo eso me permitió conocer más y mejor la ciudad y sus rincones.

Y así fue que con cada día me fui dando cuenta que el agua era solo eso, que no cae acido del cielo, que no somos de azúcar, que si hace frio me abrigo y si hace calor voy fresco, que la calle es la misma para todos y que tenía la libertad de ir por donde me llevaran mis dos ruedas, siempre haciéndolo con respeto y empatía, porque entendí que esa era la única manera de usar la bicicleta y promover su uso, más allá de todo lo que ella nos ofrece desde su nobleza, su simpleza y su inmensa capacidad para brindarnos felicidad.

La bicicleta me ofreció un sinnúmero de posibilidades para conocer gente, para ver la ciudad con otros ojos, para sentir que podía moverme con comodidad, sin pérdidas de tiempo, ahorrando dinero, y permitiendo que mi cuerpo entendiera las bondades del ejercicio físico, que no es poco a la hora de hablar de la bicicleta como un incentivo para mejorar nuestra salud y llevar nuestro cuerpo y nuestra mente a otro nivel.

Para andar en bicicleta no se requiere de habilidades extremas, ni de mucho dinero, ni de grandes obras de infraestructura, sino de tener ganas de movernos de forma eficiente, económica, liviana, limpia y segura.

Todos podemos andar en bicicleta, aunque creamos que hay algo que nos pueda doblegar, lo importante es conseguir que la mente acompañe esas ganas de querer subirnos a la bici y empezar a transitar el cambio, porque creo que tenemos en la bicicleta una herramienta que nos da el poder suficiente para lograr que la ciudad sea un lugar que podamos disfrutar, solo o en familia, con amigos, para ir a trabajar o a estudiar, o hacer compras, o simplemente pasear.

Ahí nos encontraremos, andando en bici, porque el espacio ya existe, solo hay que hacerlo nuestro.

Rosario, La Meca ciclista de Argentina

Rosario, La Meca ciclista de Argentina

10mo Foro Mundial de la Bicicleta

Se acerca la apertura del 10mo. Foro Mundial de la Bicicleta en la ciudad de Rosario (Argentina), pero no voy a hablar sobre la historia de los Foros ni voy a hacer una retrospectiva, solo voy a hablar de la importancia que tiene instalar a la bicicleta en las agendas gubernamentales, no solo de Argentina sino también del mundo, como herramienta social y piedra fundamental en el desarrollo socio-cultural de nuestras comunidades.

La bicicleta se sabe, es un modo de transporte eficiente, limpio, saludable y seguro, pero también puede formar parte de nuestra cultura diaria, y que mejor que hablar de ella, de todo lo que puede aportar al desarrollo de nuevas generaciones para mejorar nuestra calidad de vida.

El Foro Mundial de la Bicicleta es un evento que intenta visibilizar el trabajo participativo y autogestivo de la sociedad civil, utilizando a la bicicleta como impulsora de un cambio socio-cultural que nos debemos desde siempre, y que nunca terminamos de redondear, ya sea por falta de acompañamiento de la sociedad o falta de gestión gubernamental.

En lo personal creo que hay razones suficientes y necesarias para creer que fomentando fuertemente la movilidad activa, lograremos vivir significativamente mejor, pero eso solo se consigue si se trabaja de forma coordinada con los gobiernos, porque no hay otra forma de gestionar el cambio de paradigma si no nos sentamos en la misma mesa de trabajo.

El Foro trata de socializar, mover, proteger, enseñar y principalmente crear conciencia sobre la importancia que tiene movernos de forma saludable y segura, y es por eso que este año se plantean 5 ejes temáticos alrededor de todos los temas que se tratarán en este evento, y que abarcan un amplio abanico de posibilidades que nos da el uso de la bicicleta:

Eje 1 Cultura en Movimiento, porque la bici es arte, recreación, deporte, cultura y todo aquello que nos llena el alma.

Eje 2 Conocimiento en Movimiento, porque la bici nos enseña que podemos ser mas respetuosos, que podemos ejercer la empatía de mil formas diferentes y que incorporada a la enseñanza básica y universal nos fortalece como ciudadanos/as.  

Eje 3 Masas en Movimiento, porque en bici todos podemos movernos y eso genera un sano contagio y una integración cultural sin límites.

Eje 4 Ciudades en Movimiento, porque la bici y la ciudad deben estar en sintonía, sentir que las calles nos pertenecen y que esa sensación de pertenencia nos permita modificar el entorno para mejorar nuestra calidad de vida.

Eje 5 Acción Climática, porque la bici no genera gases de efecto invernadero, y nos permite respirar un aire más limpio, lo que redunda en una mejora significativa en la salud pública y nos ayuda en la lucha contra el deterioro ambiental de nuestro planeta.

Como pueden ver, la bicicleta es claramente mucho más que un cuadro de metal con dos ruedas, con ella podemos modificar nuestra conducta a través de nuestra forma de movernos, lo que nos ayudará consecuentemente a vivir mejor y en armonía.

Andar en bicicleta es mucho más que pedalear, es entender que hay una mejor forma de movernos, que podemos ser mejores personas por el solo hecho de usar un modo de transporte que conecta, relaciona, interactúa y sostiene un estilo de vida descontracturado y fuera del statu quo establecido por más de cien años de reinado de la industria automotriz que sistemáticamente fue castigando nuestras ciudades, y que casi acompañamos inconscientemente, inmersos en viejos conceptos y lemas de desarrollo y progreso que solo nos ha llevado a un mundo que parece no tener rumbo, y que muchos queremos cambiarlo.

El Foro Mundial de la Bicicleta se realiza este año en la ciudad de Rosario (Argentina), desde el 15 al 19 de septiembre. Una ciudad que ha demostrado con los años ser un ejemplo de activismo ciclista y que nos ha mostrado por donde debemos ir. Hacia allá vamos, hacia un mundo donde andar en bicicleta o caminar sean actos seguros y conscientes de lo que dejamos para las futuras generaciones y por un mundo mejor.

Para saber más acerca del Foro podes consultar su página web, sus redes sociales o su canal de Telegram.

Website https://fmb10.org/

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Historia breve de una restauración

Historia breve de una restauración

Hoy quiero contarles una breve historia que me hizo pensar en el cariño y la pasión que envuelve a la bicicleta.

Hace un tiempo me llegó un mensaje de un amigo consultándome sobre la posibilidad de restaurar una bicicleta vieja que se encontraba abandonada, y me pidió los datos de alguna persona que pudiera hacerse cargo de ese trabajo, y me alegró mucho poder ayudarlo y pensar en darle una nueva vida a esa bicicleta, que por razones que desconocía había sido abandonada en un rincón frío, oscuro y húmedo.

Mi amigo me mandó algunas fotos, me contó muy escuetamente lo que esa bicicleta representaba para él y automáticamente fue como un disparo al corazón, me movilizó internamente y me dije hacia adentro que no podíamos dejar pasar esta oportunidad de avanzar en la idea de esa restauración.

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En ese momento me puse en contacto con una persona que ciertamente, a mi criterio, podría llevar a cabo ese trabajo, una persona a la que no conocía personalmente, pero si tenía muy buenas referencias sobre su trabajo. Le propuse la idea de restaurar esta bicicleta, le mandé algunas fotos y al cabo de unos días me confirmó que podía hacerse cargo de la restauración de esa bicicleta, previa revisión de la misma; la historia lo movilizó, es algo que lo apasiona y que además le gustaba mucho la bicicleta, porque detrás de cada restauración hay una historia de vida, de trabajo, y poder ser parte de eso es también un alimento para el alma de alguien que ama todo lo relacionado con la bicicleta y de las magníficas historias que se esconden detrás.

La bicicleta en cuestión había que traerla de la provincia de Córdoba, lo cual dependía mucho de la disponibilidad de tiempo de Eric, mi amigo, y es por eso que la restauración se demoró unos meses hasta que estuviera lista en Buenos Aires para meterla en el taller de Ricardo, el restaurador.

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El tiempo pasó, y honestamente esa fabulosa idea que tanto me había gustado se fue desdibujando como tantas otras cosas que pasan fugazmente por mi cabeza, hasta que sorpresivamente un día me llegó un mensaje de Eric avisándome que la bicicleta ya estaba en Buenos Aires y se encontraba lista para ser entregada a las sabias y experimentadas manos de Ricardo, para dar comienzo a una restauración con pinceladas de melancolía, aroma a barrio, recuerdos familiares, infancia y adolescencia en una provincia de Córdoba que siempre invita a recorrerla y conocerla.

En ese mismo momento me puse en contacto con Ricardo para avisarle que Eric lo iba a llamar y coordinar finalmente la entrega de la bici para comenzar con los trabajos de restauración que tanto estábamos esperando.

Mi ansiedad por ver que ese trabajo comience iba acompañada por la incertidumbre de saber cómo sería ese trabajo, cómo progresaría, que dificultades podría tener, si se podría reparar todo, o simplemente se le cambiarían solo algunas piezas. Todas esas preguntas se encontraron sin respuesta ante el más profundo hermetismo de Ricardo, que en ningún momento intentó mostrarme o contarme como iba su trabajo de restauración.

Una bicicleta que venía de la provincia de Córdoba, que perteneció al padre de Eric y que desde su triste partida, nunca más nadie intentó hacerla rodar, y finalmente quedó guardada en ese rincón frío, oscuro y húmedo, lo cual provocó que esos fierros se oxidaran y esa herrumbre causara todo el daño posible para que esa bicicleta no se pudiera usar más, sin que antes pasara por un exhaustivo análisis de factibilidad antes de su reparación definitiva, cosa que estaba a punto de ocurrir mágicamente.

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No puedo aseverar exactamente cuánto tiempo pasó desde que esa bicicleta quedó presa del abandono, nunca intenté preguntarle a Eric, pero ciertamente habían pasado muchos años, se notaba que el daño era importante y el trabajo que Ricardo debía realizar era de una enorme magnitud, lo cual iba a necesitar paciencia, trabajo duro, materiales nobles, y mucho cariño para que esa bicicleta pueda tener la posibilidad de rodar nuevamente por las calles de la ciudad.

No imaginé nunca como una persona podía tener el don de darle una nueva vida a una bicicleta vieja, abandonada, roída por el paso inexorable del tiempo, pero encontré en Ricardo al artífice de una restauración que me atrapó, y me transportó al mundo de la mecánica y reparación de bicicletas. Empecé a leer un poco más sobre componentes y funcionamiento de una bicicleta, y si bien yo ando en bicicleta todos los días desde hace ya algunos años, nunca me puse a estudiar en profundidad este tema y de repente me sumergí en intentar conocer un poco más sobre este maravilloso mundo de la bicicleta y su simple, pero interesante mecánica.

Ricardo confirmó finalmente, después de haber analizado el estado en el que se encontraba la bicicleta, que iba a comenzar con la restauración, y fue grande la emoción al pensar que esa bicicleta iba a tener la oportunidad de hacer feliz a otra persona, porque la bicicleta siempre genera felicidad en quien la use. Es la perfecta fábrica de sonrisas.

La bicicleta entró al taller y Ricardo comenzó con la restauración, y ahora solo era cuestión de tiempo y esfuerzo, y esperar que la magia y las manos sabias y expertas de Ricardo hagan su trabajo.

Luego de unas semanas le pregunté a Eric si sabía cómo iban los trabajos de Ricardo, pero no emitió palabra alguna, me ignoró por completo, como si el misterio fuera parte de esa restauración. Ricardo se mantuvo callado, y sin dar ni una sola pista con respecto a lo que dentro de su taller estaba sucediendo, y los días pasaban y me inundaba la ansiedad, quería saber cómo iba a quedar esa bendita bicicleta.

Empecé a imaginar el trabajo que allí dentro y a puertas cerradas se estaba desarrollando, y agarrando libros sobre mecánica de bicicletas que tenía en casa, fui dibujando en mi mente como iba a quedar esa horquilla roída por el tiempo, ese plato gastado por la herrumbre, esa cadena fantasmal y a la vez tan importante, ese sillín que alguna vez supo soportar el peso de una persona durante mucho tiempo, suave, amable y confortable y esas ruedas que requerían de una atención especial porque son parte fundamental del vuelo magistral de la bicicleta sobre el asfalto.

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Las bicicletas tienen una mecánica muy sencilla y es muy versátil como medio de transporte, y hacer que rueden es cuestión de imaginación, algo de magia, esfuerzo, y dedicación, porque ellas también merecen una cuota de cariño.

El tiempo fue transcurriendo sin medida, y aunque imaginando que todo marchaba bien, crecía la incertidumbre que genera no saber ni cómo ni cuándo iba a terminar toda esta espera, pero ese día tan esperado finalmente llegó.

Y ese mismo día Eric me avisa que la bicicleta ya estaba lista y que la tenía que ir a buscar, nervioso, sin saber con qué se iba a encontrar, pero yo en lo personal sabía que su restauración estaba en las mejores manos y que el resultado iba a superar todo lo imaginado.

Eric llegó al taller de Ricardo y al entrar se encontró frente a algo que parecía ser una bicicleta cubierta por una enorme lona que cubría lo que desde ese día iba a ser su “nueva” bicicleta, la que un día fue de su padre, y hoy pasa a formar parte de esta historia que con emoción les cuento, porque a mi me atrapó la idea desde el comienzo y no pude parar de preguntarme cuantas historias como esta debe haber en el mundo, muchas me respondí, y todas seguramente con la misma intensidad y las mismas sensaciones de melancolía y emoción como las que esta bicicleta me hizo sentir desde el primer día.

La emoción de Eric en este breve video… La entrega de la bicicleta

Ricardo, el restaurador, hizo un enorme trabajo, se puso el desafío al hombro, y su esfuerzo valió la pena, entre el óxido y esas piezas destartaladas, hubo que hacer casi una bicicleta nueva, y así se veía realmente, una hermosa bicicleta de estilo inglés que supo recorrer las calles de Córdoba hace muchísimos años y hoy esperaba hacerlo en otras calles, otras ciudades, con otra gente, pero con el mismo espíritu de siempre, porque la bicicleta no pierde vigencia, es un noble vehículo que más allá de las circunstancias buenas o malas, genera felicidad en quien la use a pesar del paso del tiempo y el desgaste, porque si pasa el tiempo y hay desgaste ya saben que Ricardo, el restaurador, es la persona que tienen que contactar para que la bicicleta siga siendo una fiel aliada y compañera urbana.

Para conocer un poco más sobre las manos maestras y la pasión de Ricardo por las bicicletas, pueden visitar sus redes sociales:

Ricardo Tilve Guerra, el restaurador

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