Salvemos Libertador

Salvemos Libertador

Desde hace ya unas semanas atrás que se viene hablando mucho sobre las obras de reconfiguración de la icónica Av. Libertador en la ciudad de Buenos Aires. Una avenida con el espacio suficiente para avanzar en una redistribución modal, que desde el activismo veníamos reclamando hace mucho tiempo.

Una reformulación que ayudará a que tanto peatones como ciclistas puedan moverse con más comodidad y seguridad. Una obra que además permitirá reducir la velocidad máxima permitida en esa avenida, que hoy es de 70 km/h, y bajaría a 50 km/h.

Mucha agua ya ha pasado bajo el puente y mucha más pasará, a pesar de que estas obras empezaron hace algunos meses atrás este año, y la cual se extenderá hasta fin de año, si todo marcha como está planeado.

Hay un grupo de vecinos, y gente que usa esa avenida a diario en auto, que se oponen a esta obra por considerarla innecesaria, ya que aducen quitarles lugar para estacionar, y a quienes la usan, carriles para circular, pero lo que no pueden ver, o no quieren hacerlo, es que esto se hace con el objetivo de darle a esa avenida un uso mas inclusivo y cambiar el paradigma ese de que por las avenidas solo pueden circular autos a gran velocidad.

Sabemos lo que representa el exceso de velocidad en calles, rutas y autopistas, y todos los días lastimosamente lamentamos muertes absurdas que pudieron haberse evitado, y si bien sabemos que hay otros factores que inciden en la elevada tasa de siniestralidad vial, como ser la conducción bajo los efectos de alcohol y drogas, la distracción al volante y la temeridad creada en torno a la creencia de que “a mi no me va a pasar nunca”, entendemos que al darle menos espacio a la circulación motorizada y privilegiando más y mejores espacios para el transporte público, peatones y ciclistas vamos a poder progresivamente ir avanzando en una ciudad donde moverse no tenga que ser peligroso.

Cuestionar una obra solo porque quita espacios para estacionar y porque hay que ir más despacio, habla de un bajo nivel de argumentación considerando que el espacio público debe ser compartido y permitir una fluida circulación de todos, es decir no solo autos, sino también peatones, ciclistas y modos de transporte masivos, como el colectivo/bus.

¿Acaso dejar un auto estacionado gran parte del día representa una comodidad para quienes quieren moverse? Claramente no, poniendo en riesgo y obstaculizando a quienes intentan moverse de otra forma, aún mucho más segura y eficiente.

Este es un debate interesante que nos debemos quienes vivimos y nos movemos en Buenos Aires, para dejar sentada la base de una ciudad que necesita imperiosamente modificar un paradigma que nos hunde profundamente en un problema que a simple vista parece no tener solución: la violencia vial, que cada día se lleva vidas y que equivocadamente naturalizamos casi sin darnos cuenta.

Queda solo una cosa por hacer, seguir apoyando la vida de las personas por sobre la “comodidad” de unos pocos que intentan canalizar la protesta a través de argumentos sin sentido y que solo buscan desestabilizar un plan que a priori busca mejorar de alguna manera la forma en la que nos movemos e intentar lograr una sana y plena convivencia vial que en definitiva es para todos y no solo para un grupo de loquitos en bicicleta.

Ciertamente hay lugar para todos en la ciudad. Este el camino que nos va a mejorar la calidad de vida, nos va a transformar como sociedad, nos va a ayudar a que podamos salir sin miedo, a darnos cuenta que movernos de otra manera es posible. Caminar y andar en bicicleta son solo la punta del ovillo, desmadejemos ese camino juntos constructivamente, sin banderas, porque la movilidad no tiene banderas, todos somos peatones y todos queremos una ciudad mejor, solo hay que saber compartirla y aprender.

Salvemos Libertador, salvémosla de la prepotencia y la intolerancia que intentan dominar un espacio desproporcionado y desaprovechado, que muchos intentamos recuperar, para la vida, para la gente, para movernos mejor y más seguros.

Las ciclovías porteñas: el basurero de la ciudad

Las ciclovías porteñas: el basurero de la ciudad

La ciudad de Buenos Aires ha visto crecer su red de ciclovías en los últimos años de forma extraordinaria, con algunas mesetas en ese camino de construcción y una dudosa y pobre calidad en su infraestructura, pero hoy no vengo a hablar de todo lo que está mal a mi criterio y todo el camino que resta por recorrer para mejorar lo que ya se hizo, sino del indebido uso que se le está dando a ellas, poniendo en riesgo a quienes las usan para moverse en bici por la ciudad.

Desde autos mal estacionados, contenedores de basura, volquetes de la construcción, carga y descarga de mercaderías en zonas inhabilitadas, hasta demás porquerías que deberían estar en otro lado, pero no bloqueando un carril que fue diseñado y concebido para que más gente pueda moverse en bicicleta con mayor comodidad y seguridad.

Una seguridad que se ve permanentemente interrumpida por cuestiones ajenas a quienes usan la bicicleta y que de alguna manera habla claramente de una sociedad rota, indisciplinada, mal educada e irrespetuosa que hace caso omiso a las normas, y que además no escucha las recomendaciones y sugerencias que disparan, no solo quienes usan la bicicleta, sino también quienes comandan las políticas públicas en materia de movilidad, transporte y obras.

Una clase de anarquía urbana se apodera de las calles de la ciudad y muy especialmente sobre las ciclovías. “Hacemos lo que podemos” te dicen algunos/as, con tono de resignación. Otros/as te dicen que “las ciclovías no deberían existir”, y con cierta lógica, porque las ciclovías solo existen a raíz de la violencia vial que padecemos quienes andamos en bici cada día. Se escucha también decir que “los/as ciclistas no respetan nada”, pero mueren más de 6000 personas en siniestros viales y ninguna a manos de ciclistas asesinos/as.

Una sociedad que erróneamente cree que quienes andan en bicicleta son un estorbo, que si no se anda en auto no se puede vivir, que si no le damos espacio a la movilidad contaminante e ineficiente nada estará mejor, que el auto es un refugio, que manejar un auto es todo lo que está bien. Se distorsiona tanto la información que muchas veces duele.

Duele convivir con personas que no consideran el inmenso valor que tiene la vida y la importancia de tener una ciudad más saludable, segura y limpia. Se suben al carro del odio infundado y sin argumentos válidos y actúan en consecuencia, provocando todo tipo de situaciones indeseables que perjudican a otras personas. La falta de empatía es el común denominador en cada una de esas situaciones donde nos encontramos frente al dilema de si podemos seguir con seguridad o debemos frenar para resguardar nuestra integridad física.

Imaginen por un segundo si pusiéramos un volquete en medio de la calzada o estacionáramos nuestra bicicleta e impidiéramos la libre circulación de los automovilistas. Sería un caos, no?

Ver video: https://www.youtube.com/watch?v=TbuPj2UmRzo

Hay muchas personas que transitan un camino de apatía, violencia, desaprensión, prepotencia e impaciencia que nos debilita como sociedad y que nos muestra un escenario poco alentador, pero en ese panorama poco feliz tenemos la inmensa necesidad de seguir procurando un lugar seguro donde movernos y es ahí donde llamo la atención una vez más a los/as tomadores de decisiones para que sin mediar más palabras empiecen a trabajar seriamente para revertir esta situación que hoy atravesamos, y que esas palabras (vacías muchas veces), se transformen en acciones concretas para que realmente andar en bicicleta por la ciudad sea absolutamente placentero y no tengamos que preocuparnos por los “desperdicios” que hoy depositan sobre las ciclovías.

Gracias por andar en bicicleta, gracias por no permitir que nos sigan maltratando, gracias por entender que no se puede andar por la vida apartando del camino todo aquello que por alguna razón no nos gusta o nos importa poco. Gracias por la empatía, gracias por el respeto, gracias por ocupar cada uno de nosotros el lugar que nos corresponde sin alterar el rumbo del otro. Sigamos trabajando para que las ciclovías de mi ciudad dejen de ser un basurero.