La violencia tiene consecuencias

La violencia tiene consecuencias

No hace falta decir que la violencia engendra violencia, una frase que a priori parece cursi, pero que contiene un significado que si bien no muchos comparten, en lo personal ha marcado una línea de conducta que intento transmitir.

Todo acto en la vida tiene consecuencias y la violencia no ha de ser la excepción. He intentado a lo largo de mi vida sostener una conducta inspirada en la educación que la escuela y mi ma/padre me han dado, y basada principalmente en el respeto y la empatía. Fui creciendo nutriéndome de valores y transmitiéndolos a quienes me han rodeado a lo largo de mi vida, en lo familiar, en lo laboral y en las amistades.

Nada en este mundo puede justificar un acto violento, porque la violencia no es una opción para resolver conflictos, y como personas hemos aprendido lamentablemente que solo con guerras y revoluciones se cambia el estado de las cosas, pero ¿a qué precio? ¿qué cosas hemos dejado en el camino sin oportunidad alguna de recuperarlas? ¿realmente nos ha servido para algo esa violencia o simplemente para cambiar una cosa por la otra? No tengo todavía las respuestas, pero lo que veo me dice que la violencia no nos ha hecho mejores.

Esta reflexión de hoy sobre la violencia refiere particularmente a hechos que en estos días se han desatado en las redes con respecto a situaciones de tránsito ilegales que se intentaron resolver a los golpes, lo cual desencadenó una irrefrenable catarata de odio de un lado y del otro de la línea, sin que el problema se haya podido resolver y lo peor de todo es que se puso de manifiesto la desvalorización de la vida. El desprecio por la vida es notorio y el bien material parece ser primordial en la vida de cierta gente.

No podemos seguir creyendo que si no actuamos con violencia esto va a seguir igual, lo que debemos hacer es actuar de forma diferente, que nuestra conducta no sea el combustible que encienda nuevamente la llama, y esto aplica para todos, no importa a que se dediquen, ni como se muevan, ni es un tema religioso ni de clase ni de género, es sobre todo lo que debemos hacer como individuos en una sociedad en la que podemos vivir mejor si nos lo proponemos.

Andar en bicicleta es lo que me gusta y ya muchos/as lo saben, intento hacer de la empatía un culto, el respeto por las personas es la piedra fundamental que me guía, tengo familia, me debo a ella y tengo mucho por que vivir, y no voy a pagar las consecuencias por actos violentos ajenos. No, bajo ningún aspecto voy a tolerar que se siga manchando lo que me gusta hacer, ni tampoco voy a tolerar que se profundice el odio para con quienes de alguna manera intentamos hacer que nuestra calidad de vida sea mejor, pero sin violencia; y que quede bien clara una cosa, no estoy acá para polemizar sobre la violencia, estoy acá para erradicarla.

Gracias por dar todo lo que tienen de forma respetuosa, no olviden que la suma de buenas voluntades genera cambios positivos y que es mejor pagar aquellas consecuencias que hagan de nuestra sociedad un espacio donde poder vivir en paz.

Andar en bici es un peligro para la sociedad

Andar en bici es un peligro para la sociedad

Hoy leí una nota que escribió Gustavo Londeix para el diario Clarín, que está viciada de sesgo, poniendo a quienes andan en bicicleta en un lugar equivocado, generando una grieta innecesaria en un momento donde la bicicleta forma más parte de la solución a los problemas del tránsito, de salud pública y de seguridad vial, que un problema en sí misma, por culpa de un puñado de inadaptados/as sociales.

La nota habla entre otras cosas sobre el respeto, y aunque coincido plenamente en que hay muchos/as ciclistas irrespetuosos/as, a quienes jamás voy a defender, es justo reconocer que esta nota tiene una mirada vacía de matices, como queriendo inferir que el problema está en quienes andan irresponsablemente en bici, sin poner el foco en los/as automovilistas, la infraestructura vial urbana y en las normas que muchas veces desprotegen a ciclistas y peatones.

Si hablamos de respeto, es lógico pensar que una persona que anda en bici por la vereda genera un potencial riesgo que queremos evitar, pero quedarse solo en eso es sesgar la información y no ofrecerle a la opinión pública una visión que le permita pensar y hacer un análisis más certero sobre la problemática que padecemos en materia de seguridad vial, sin importar a priori la forma en la que nos movemos.

Soy un acérrimo defensor de la empatía por sobre todas las cosas, y ponernos en el lugar del más vulnerable debe ser parte indispensable de nuestro ser, porque al menos en mi caso me completa como persona. La bicicleta me enseño muchas cosas, incluso modificó mi forma de manejar un auto, transformando significativamente mi conducta al volante.

Cuando hablan de ciclismo urbano enseguida surge la frase “los ciclistas no respetan nada”, pero ¿alguna vez se pusieron a pensar que nos ofrece la ciudad en materia de infraestructura y normas para que de alguna manera podamos corregir determinados “vicios” que en muchas ocasiones solo aparecen para protegernos de aquello que potencialmente puede dañarnos?

No voy a hacer un extenso análisis de la nota en sí misma, solo deseo decirle a Gustavo Londeix que cuando escriba nuevamente sobre este tema, trate de hacerlo con una mirada mas integradora porque la nota de hoy no persigue otra cosa más que poner a unos contra otros, porque honestamente no habla en absoluto sobre el verdadero problema y así es muy difícil encontrar la solución. No hay un aporte constructivo que permita ponerme de ese lado.

El periodismo en este sentido debe cumplir un rol fundamental, para que la gente tome conciencia de lo que está pasando, hacia donde vamos y lo que debemos hacer para que el ciclismo urbano siga creciendo en la ciudad. Este tipo de notas de barricada en un medio masivo de comunicación como el diario Clarín no ayudan para nada en la búsqueda de una solución al problema que se plantea y que paradójicamente no constituye un problema en sí mismo, si consideramos las estadísticas actuales en cuanto al nivel de siniestralidad vial en Buenos Aires y en todo el país, donde mueren aproximadamente 20 personas por día en siniestros viales provocados por personas que conducen vehículos motorizados.

Y para terminar le hago una pregunta a Londeix, hay muchos peatones irrespetuosos en la calle ¿qué hacemos con ellos/as?